Empresa y economía en Arequipa colonial

Antigua fachada de la Catedral de Arequipa y la Plaza de Armas.

Víctor Condori
Historiador

Las sociedades o compañías tienen una larga historia en el Perú. Estuvieron presentes desde el momento preciso de la conquista —si no desde antes— y a partir de las primeras décadas de la colonización su número fue en constante aumento, casi tanto como su diversidad.

En aquellos tempranos momentos, se establecieron compañías en todas las actividades imaginables: minería, agricultura, comercio, pesquería, préstamo de dinero a interés, construcción de navíos, e incluso, apuestas y juegos de azar.

En Arequipa

Con respecto a Arequipa, la primera compañía conocida se constituyó en 1540, año de la fundación de la ciudad, cuando los conquistadores Lucas Martínez Vegazo y Alonso Ruíz iniciaron una empresa dedicada al otorgamiento de préstamos a reconocidos personajes de la conquista, entre los que se encontraban Gabriel de Rojas, Francisco de Orellana, fray Vicente de Valverde, Pedro Alonso de Hinojosa y el mismo Francisco Pizarro, quién debía a la mencionada compañía “quinientos marcos de plata fina valorados en dos mil pesos”.

Posteriormente, con el descubrimiento del fabuloso Cerro Rico de Potosí en 1545, la pujante economía arequipeña se fue orientando cada vez más hacia la agricultura, específicamente hacia la producción de vinos, primero en los alrededores de la ciudad y, a partir de 1557, en el cercano valle de Vítor.

Vino, mina y comercio

Precisamente, durante el siglo XVI las numerosas compañías formadas en Arequipa se organizaron, según la coyuntura económica de la época, la capacidad productiva de la región y las necesidades propias del mercado regional. En ese sentido, se aprecia cierta preponderancia por las compañías vinateras, mineras y comerciales.

Esta preferencia económica se acentuó aún más con el crecimiento de la Villa Imperial de Potosí, que en 1630 llegó a alcanzar cerca de 160 mil habitantes; así como con el descubrimiento de las minas de Caylloma, en ese mismo periodo.

Para la segunda mitad del siglo XVIII, Arequipa, al igual que muchas otras regiones de Hispanoamérica, experimentaron una verdadera transformación económica y social como consecuencia de un conjunto de situaciones bastante significativas, como el arribo de un nutrido grupo de inmigrantes españoles con fuertes vínculos comerciales en la península, la creación del virreinato del Río de la Plata en 1776 y la apertura de los puertos arequipeños al tráfico directo con España, a raíz de la promulgación del denominado Comercio Libre en 1778.

Libre comercio

En medio de esta situación de auge comercial generada por la política de liberación de puertos, se estableció en 1790 en la ciudad de Arequipa una casa factoría perteneciente a la más grande empresa de inversiones de España del siglo XVIII: la Compañía de los Cinco Gremios Mayores de Madrid.

Los objetivos fundamentales para la apertura de aquella factoría estuvieron relacionados no solo con el potencial económico que presentaba la ciudad de Arequipa después del establecimiento del Comercio Libre, sino también con las enormes posibilidades de realizar grandes negocios en la región sur andina, que incluían los renacidos yacimientos mineros del Alto Perú, como Potosí y Oruro. De este modo, los Cinco Gremios en su primer año introdujeron mercancías por valor de 500.000 pesos en un mercado como el arequipeño cuya capacidad de absorción era menor a ese monto.

Desafortunadamente, para los intereses de los menos poderosos comerciantes locales, la avalancha de importaciones no se detuvo y, dos años después, este volumen prácticamente se había triplicado. Pese a las protestas de las autoridades locales y virreinales, las actividades de los Cinco Gremios en la ciudad se mantuvieron hasta 1810.

Importaciones

El inicio de la guerra de la Independencia en la región, paradójicamente, dio un gran impulso al comercio de importaciones. Ello debido a que, después de la caída de Chile en manos patriotas (1818) y, particularmente, luego de la ocupación de Lima por las fuerzas del general San Martín (1821), la región de Arequipa se convirtió en el principal nexo entre la Corona española y el último virreinato de América; y la Ciudad Blanca, en la única puerta de ingreso para el abastecimiento marítimo de toda el área andina controlada por el ejército español.

Esta nueva condición de la ciudad, favorecida por las circunstancias de la guerra, llevó a una rápida mercantilización de la economía regional, gracias a un aumento de las importaciones provenientes de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos.

Las consecuencias generadas por el auge de este comercio en plena guerra, se vieron claramente reflejadas, de un lado en los enormes ingresos de la aduana local, y del otro, en la conformación de una de las mayores compañías comerciales de este periodo. Fue establecida en noviembre de 1822 por los peninsulares Lucas de la Cotera y Francisco Luciano Murrieta, con un aporte inicial de 700 mil pesos y destinada a la comercialización de ”plata, frutos de América y efectos de Europa”, a lo largo de toda el área controlada por el ejército español hasta 1824.

Lamentablemente, esta bonanza comercial y empresarial en Arequipa llegó a su fin con la derrota del ejército realista en los campos de Ayacucho en diciembre de 1824.

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