El dios porteño: Hombre mirando al sudeste

Con esta película Subiela se consolidaría en la realización cinematográfica y el reconocimiento popular de su país.

César Belan

Una soberbia toma que nos pasea por entre los pasillos de un sanatorio mental marca el inicio de la ópera prima del director de El lado oscuro del corazón, filme dedicado ni más ni menos que a su padre. Hombre mirando al sudeste es, en resumen, uno de los más tiernos documentos producidos bajo la influencia de la teoría psicoanalítica y foucaultiana.

Un psiquiátrico

En un psiquiátrico porteño hace su aparición Rantés, un enigmático personaje que, sin haber sido previamente internado, deambula por los pasillos del complejo médico para sorpresa de los doctores y enfermeras; sin embargo, uno ellos, el Dr. Dennis —quién traía a cuestas una exhausta y desesperanzada existencia— quedará cautivado por el perfecto, pero no por eso menos delirante, discurso del paciente.

En esta crítica al carácter autoritario de la psiquiatría, que en admirable analogía se compara constantemente al aparato represor policial, se incorporan otros ricos aspectos: la mística y la religión, el paradigma de la racionalidad y hasta la ciencia ficción.

La cinta

Mediante un complicado —pero no por eso tedioso— guion, se nos introduce constantemente en los grandes terrenos de la especulación sobre la condición humana.
La soberbia música de Pedro Aznar —a ratos delicada y a ratos angustiante— completa la buena factura de la obra; los solos de saxo y los fragmentos de magistrales obras clásicas acentúan su carácter.

Estamos ante una película con ricos detalles de escenografía y vestuario. Ante un filme que sobre todo posee una dedicada dirección y fotografía; que mediante una particular tonalidad cromática permite un ágil desarrollo.

Nos encontramos ante un refinado trabajo; una cinta que con buena mano nos guiará por las profundidades de una década infausta, y que desde uno de los márgenes más sombríos de la sociedad proyectará sus luces sobre aquel tiempo perdido.


El dato 

La cinta se rueda casi al inicio de la precaria vida democrática, recién reconquistada, de la Argentina.

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