El Deber: una mirada al aniversario de Arequipa de hace cien años

Susan Cornejo Chino

En la edición del 15 de agosto de 1917 del diario El Deber, el aniversario de Arequipa se perdía en medio del múltiple avisaje de la época. Solo una crónica hacía referencia a la fecha que hoy es celebrada con sendas publicaciones. Entre esos avisos destaca el del ilustre arequipeño Víctor Andrés Belaúnde difundiendo su profesión y sus servicios como abogado.

El recordado diario, llamado en su momento el decano de la prensa del sur, fue un vespertino católico fundado por el monseñor José María Carpenter Aponte que circuló en Arequipa desde 1890 hasta 1962. Hace tres años esta publicación fue rescatada y preservada en el Laboratorio de Digitalización de Documentos Históricos del Centro de Estudios Peruanos de la Universidad Católica San Pablo (UCSP).

Aquel 15 de agosto

Entre los anuncios de ventas de propiedades, traspaso de burros, “la superior calidad de Cerveza Gunther” y las noticias del sindicato de zapateros, la celebración del 377.° aniversario de Arequipa pasaba casi desapercibida.

En esa edición aparece una breve crónica por la fundación de la Ciudad Blanca, donde se cita las palabras de un historiador americano de apellido Loubel, quien llamaba a Arequipa “la ciudad de estremecimientos volcánicos”.

“Hay en el Perú una ciudad notable por la inteligencia y valor de sus hijos, grande por sus rasgos heroicos, aún en medio de todos sus delirios… Continuamente agitada, y a veces rebelde, vencedora o vencida, siempre es digna de respeto… Es la primera que da el grito de guerra cuando se atacan las libertades nacionales…”, narraba Loubel en la crónica.

De acuerdo a las publicaciones del diario El Deber, los festejos estaban pautados por la Santa Misa a la Virgen de la Asunción, patrona de Arequipa. El mismo 15 se presentaba una función literario-musical en Yanahuara, organizada por la Sociedad de Higiene y Ornato de este municipio; y por la tarde se realizaba un partido de fútbol entre Juventud Sportiva y el colegio San José, por un premio de 40 centavos.

En la agenda del 15 de agosto de 1917 predominaban los arribos de barcos y el correo; en la sección Sociales se hablaba de las personas que viajaban a la costa y de las que llegaban de otras ciudades del Perú.

Edición especial

Fue en octubre de 1940 que por primera vez El Deber publicó una edición extraordinaria en homenaje al IV centenario de la fundación española. En la portada aparece el dibujo que muestra a una comitiva española al pie del volcán Misti. Fue una edición especial de 70 páginas en las que se publicaron crónicas y palabras de saludo de destacadas personalidades, como las del entonces presidente constitucional del Perú, don Manuel Prado y Ugarteche.

En esta edición se hizo un recuento de los arequipeños ilustres de la época, en el que figura, por ejemplo, el doctor Carlos Gibson, quien fuera segundo viceministro del Perú, destacado abogado y rector de la Universidad Nacional de San Agustín.

También hay una publicación dedicada a la ‘Arequipa moderna’, que resalta construcciones como el teatro Ateneo, el Palacio Episcopal, la fachada del mercado central San Camilo, entre otras. Mención aparte merecieron los 26 años de labor abnegada y benéfica que cumplía en esa fecha la Compañía de Bomberos de Arequipa.


La digitalización

El trabajo de digitalización de las 115 000 páginas de El Deber tomó casi un año. Estuvo a cargo del Centro de Estudios Peruanos de la Universidad Católica San Pablo, que cuenta con el único escáner de digitalización para documentos históricos en todo el sur del país.

“Arequipa es una de las ciudades con el mayor patrimonio bibliográfico y documentario del país; el clima seco es un factor que contribuye a conservar estos archivos. Sin embargo, hace falta sumar esfuerzos como el que realiza la Universidad Católica San Pablo para resguardar la memoria colectiva a través de la documentación histórica”, explica Fernando Valle Rondón, director del Centro de Estudios Peruanos de la UCSP.

Algunos criterios para esta conservación digital son la singularidad del documento, la  vulnerabilidad y el estado de estos, la importancia histórica, el valor por la integridad del todo al que pertenecen, entre otros.

Este trabajo hace factible recordar objetivamente lo que se dijo o lo que sucedió, a través de los años. Trascenderá a futuras generaciones, estudios e historiadores en pro de la conservación de la memoria colectiva del pueblo arequipeño.

 

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