El Camino de Santiago: Tradición, quimera y realidad

Miles de peregrinos de todo el mundo recorren el Camino de Santiago cada año.

Javier Gutiérrez Fernández–Cuervo

El Camino de Santiago, hoy, es sin duda una de las peregrinaciones católicas más importantes del mundo. Sin embargo, hay también mucha crítica al respecto por los hallazgos históricos que revelan que esa ruta ya existía en culturas precristianas, que llevaban a Finisterre, al fin del mundo conocido. Entonces, ¿cuál es el origen del Camino de Santiago? ¿Se puede decir que es un camino pagano que la Iglesia bautizó para su beneficio?

Este artículo constará de tres partes, y lo que veremos en esta primera sección es el relato de la tradición católica que cuenta cómo ha llegado hasta nuestros días esta peregrinación y cómo acabó el apóstol Santiago enterrado en tierras gallegas, dado que sabemos por los Hechos de los Apóstoles que Santiago el Mayor, hermano de Juan, fue muerto por el rey Herodes en Jerusalén.

El apóstol

Conocido era el celo de este apóstol —que le llevó a recibir el apodo, así como su hermano, de Hijo del Trueno—. Ese ardor, convertido en radicalidad evangélica, le llevó también a seguir al pie de la letra el mandato de su maestro de ir hasta el fin del mundo y, puesto que el extremo más lejano de Israel en el mundo conocido entonces se encontraba al noroeste de la península ibérica, hasta allá fue a evangelizar. No fue sino hasta su regreso a Jerusalén que lo martirizaron, decapitándolo.

Para entonces, ya los apóstoles habían decidido que sus cuerpos fueran enterrados en las tierras en las que habían anunciado el evangelio y, por eso, dos discípulos del apóstol llevaron el cuerpo de vuelta a tierras españolas para buscar dónde sepultarlo. En el camino, el burro que lo cargaba se empecinó en no caminar más, y vieron esto como una señal de que debía enterrarse ahí, en pleno bosque de Libredón.

La tumba

Perdido en el bosque, no fue sino hasta principios del siglo IX que un ermitaño vio que por las noches el campo emitía luces y resplandores como de estrellas, por lo que avisó a su obispo y este ordenó una excavación. Se encontró el arca marmórea y se identificó al apóstol. Entonces rápidamente comenzó la difusión de esta noticia, que fortaleció el sentimiento cristiano en una tierra sacudida por las guerras entre los reinos católicos y los musulmanes.

Tal fue el impacto que la tumba de Santiago tuvo en esta coyuntura que un importante caudillo del califato de Córdoba se adentró en tierras católicas para asolar la ciudad de Santiago, pues se había convertido en el centro religioso de sus enemigos.

Sin embargo, respetó la tumba, y para el siglo XI ya la orden de Cluny promovía por toda Europa la peregrinación a Compostela, llamada así por el campo de estrellas que vio el ermitaño al descubrir al santo. Desde entonces se construyeron puentes y hospitales en los enclaves necesarios de la ruta que luego se llamaría el Camino Francés.

Peregrinación

Un siglo después, el Papa Alejandro III concedió la indulgencia plenaria a los peregrinos que hicieran la ruta en los años santos o jubilares, que para esta peregrinación se dan cada seis años, cada vez que el 25 de julio, día de Santiago, cae en domingo.

Con esto terminó de consolidarse la gran peregrinación de Europa, hasta que la peste negra y la apostasía del protestantismo provocaron una disminución abrumadora de peregrinos. Junto con esto, a finales del siglo XVI y ante la conminación del corsario Francis Drake, que amenazó con destruir la reliquia, el arzobispo de Santiago escondió los restos sin comunicar a nadie su paradero, lo que produjo una disminución de peregrinos mucho mayor.

No fue hasta tres siglos después que se descubrió el escondite de las reliquias, y resurgió con gran auge la peregrinación al apóstol del fin del mundo. Desde entonces, y con mucha más fuerza desde finales del siglo XX, Santiago de Compostela sigue hoy en día recibiendo peregrinos de todo el mundo, y otorgando la Compostela, el documento que certifica que un peregrino ha recorrido a pie más de cien kilómetros.

Por otro lado, hoy es bastante común ver que muchos caminantes, llegados a Santiago, continúan su recorrido hasta Finisterre, en virtud del argumento de que ese es el camino ancestral y que la peregrinación de Santiago es una invención posterior de la Iglesia para apoderarse del camino original. Esta es, justamente, la cuestión que veremos en la próxima edición.

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