¿El amor no tiene sexo?

El objetivo de la ideología de género es la destrucción de la familia tradicional.

Manuel Rodríguez Canales
Teólogo

Frases como la del título es uno de los clásicos lugares comunes de la ideología de género o también llamada feminismo de género. Según esta ideología, las diferencias sexuales son ‘construcciones culturales’ de una sociedad patriarcal para oprimir a la mujer. La masculinidad y femineidad son simplemente un ‘género’ o ‘rol social’ que puede ser cambiado a voluntad. Así podríamos hablar de cinco géneros sexuales reconocidos y una infinidad por reconocer.

El argumento de género ha sido defendido en las conferencias sobre la mujer en El Cairo y Pekín, y sus presupuestos circulan escondidos en el lenguaje periodístico, médico, político y sociológico por medio de vocablos como ‘salud reproductiva’, ‘sociedad patriarcal’, ‘género’, ‘derecho a la libre expresión sexual’, etc.

Neomarxismo

El panorama en pocas líneas. Esta ‘ideología de género’ es un neomarxismo sexista. Me explico: Así como el marxismo es una ideología cerrada que cuando uno se manifiesta en desacuerdo es tildado de explotador, así la ‘ideología de género’ te dice —no importa si eres hombre o mujer— que eres ‘patriarcal’. En ambos casos requerirías de alguien que te ‘abra los ojos’. Al igual que el marxismo, el motor de la ‘ideología de género’ es la violencia. El esquema simplista es idéntico, solo ha cambiado el ‘proletario’: ya no es el trabajador, sino la mujer.

Al igual que el marxismo cuando hablaba del pobre, hay que aclarar que cuando se habla de la ‘mujer’ en la ideología de género se está usando un término ideológico que no coincide con la hija mujer concreta que quiere a sus papás y vive más o menos feliz con su familia, no coincide tampoco con las monjas que viven la maternidad mediante la oración y el servicio, tampoco con los millones de madres que se realizan en la maternidad. No. ‘Mujer’ es solo la mujer que coincide con la ideología de género.

Deconstrucción

Dejando de lado una generalización tan simplista como hablar de la ‘mujer’ como una ‘clase social marginada’, debemos reconocer que en nuestros pueblos existe el machismo. El machismo es un mal que todos estamos llamados a hacer desaparecer.

Es una injusticia que clama al cielo y que daña no solo a la mujer, sino también al hombre porque lo envilece y lo vuelve torpe para comprenderse a sí mismo. Reconocer la dignidad de la mujer es reconocer la dignidad del hombre. Y el crecimiento en esta dignidad pasa por la vivencia plena de la misión de cada uno en la familia.

No es eso lo que propone la ideología de género sino una ‘deconstrucción’ de las diferencias sexuales negando la naturaleza. Desde allí se promueve una lucha continua por el poder en la sociedad. El diagnóstico que hacen puede tener algunos elementos de verdad, pero nada se soluciona con la violencia y la manipulación. En el Perú, la experiencia de doce años de terrorismo nos lo ha enseñado dramáticamente. La diferencia es que la ideología de género busca destruir a las familias desde dentro.

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