El virrey José de la Serna y su último adiós al Perú

Tras la Capitulación de Ayacucho junto a su comitiva, enrumbó al puerto de Quilca para regresar a España

Teniente general José de la Serna, virrey del Perú entre 1821 y 1824.

Víctor Condori
Historiador

Después de la firma de la Capitulación de Ayacucho, un nutrido grupo de soldados y oficiales del ejército español enrumbaron a las costas de la Intendencia de Arequipa por distintos caminos con la finalidad de embarcarse hacia la península, luego de recibir sus respectivos pasaportes de manos de las autoridades patriotas.

Entre los marchantes se encontraban el teniente general José de la Serna y Martínez de Hinojosa (exvirrey del Perú) y su comitiva, conformada por el mariscal de campo Alejandro Gonzales Villalobos y los brigadieres Andrés García Camba e Ignacio Landázuri.

También lo acompañaban el coronel Eulogio Santa Cruz, el teniente coronel Juan Antonio Rodríguez, el comandante José Antonio Vigil, el capitán Vladislao Gonzales, el cirujano Ángel Miner y el capellán Alvino Odena.

Todos ellos partieron de Huamanga el día 13 de diciembre muy bien escoltados y vigilados por una compañía de soldados gran colombianos en dirección a la provincia arequipeña de Caravelí.

Aunque pudieron tomar el camino de la sierra y pasar por la ciudad de Arequipa —donde tenían amigos y conocidos—, los marchantes llevaban prisa, por ello prefirieron la ruta más corta y directa hacia el puerto de Quilca.

En territorios del rey

Los primeros días de viaje fueron tranquilos y sin sobresaltos, a excepción de las reiteradas muestras de aprecio que les deparaban algunos habitantes de los pueblos ubicados a lo largo del camino.

Sin embargo, cuando llegaron a las costas del norte de Arequipa, la situación se volvió algo tensa, debido a la presencia de una partida de soldados realistas al mando del coronel Cayetano Aballe, quien se encontraba a cargo de la vigilancia de toda la región.

Aballe había recibido órdenes terminantes de las autoridades realistas de Arequipa a fin de impedir el paso a toda fuerza enemiga (patriotas), así como del flamante prefecto del departamento, coronel Francisco de Paula Otero.

En tales circunstancias y amparado en las órdenes recibidas de las autoridades arequipeñas —desconocedoras de la mencionada Capitulación—, Aballe no permitió el paso de las fuerzas colombianas a dicha provincia hasta recibir las respectivas comunicaciones del entonces virrey Pío Tristán o el intendente Juan Bautista de Lavalle.

Fue una situación bastante curiosa y hasta paradójica, pues La Serna y su comitiva, continuarían el viaje final hacia el puerto de Quilca a lo largo de un territorio que aún reconocía la autoridad del rey de España, como en los viejos tiempos.

El último adiós

Finalmente, luego de una larga y agotadora marcha de más de dos semanas, La Serna llegó al puerto de Quilca el 1 de enero de 1825, encontrándose con una situación bastante convulsa a causa de la presencia de decenas de españoles y sus familias, quienes buscaban desesperadamente embarcarse hacia la península.

Días después y culminados todos los preparativos, el 3 de enero, La Serna se embarcó en la fragata francesa Ernestine con rumbo al puerto de Burdeos, junto a buena parte de la oficialidad española capitulada, cuyos miembros más conspicuos serían conocidos posteriormente como los “ayacuchos”.

Entre sus acompañantes se encontraban, el comerciante Lucas de la Cotera, los mariscales de campo Jerónimo Valdés y Alejandro Gonzales Villalobos, los brigadieres Ignacio Landázuri y Valentín Ferraz.

También el administrador de la aduana de Arequipa, Narciso Benavides, el coronel Eulogio Santa Cruz, el médico cirujano Ángel Miner “y algún otro de los que pudieron aprontar mil duros por persona de primera mesa y cuatrocientos por cada sirviente o criado”.

Antes de la partida, algunos buques españoles anclados en la rada de Quilca, despidieron al virrey con una salva de artillería. Fue el último de los honores que habría de recibir en un país donde residió casi diez años; cuatro de ellos, como representante del rey.

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