Convertirse del Islam al Cristianismo no es fácil

Por: Javier Gutiérrez
Fernández–Cuervo

Cualquiera que haya leído “El Precio a Pagar” de Joseph Fadelle o conozca su testimonio sabe que es verdad: convertirse del Islam al Cristianismo no es fácil. No es algo simple y cotidiano bautizarse en una nueva religión y cambiar de vida, y menos si eso pone en riesgo tu integridad y la de los que te rodean. Lo sorprendente es que los índices van en aumento. El número de musulmanes convertidos al cristianismo crece cada año y la razón es simple: Dios es Padre, y Dios es Amor.

Bautizados

En Austria el pasado abril se bautizaron 40 musulmanes. En Francia en lo que llevamos de año han sido ya 160. En Hamburgo sólo en esta última Pascua fueron 196. Y, según el Journal of Research on Religion en EEUU, cada año desde 1960 se bautizan alrededor de 20 mil musulmanes, lo que hace que se hayan alcanzado ya los 10 millones. Estas son las cifras conocidas.

En los países gobernados por la ley islámica, la clandestinidad y la política adversa impiden que se conozcan los índices reales. Sólo se observa que, a pesar de las dificultades, bautizos y conversiones van en aumento.

Dios es amor

Para el especialista Camile Eid descubrir que Dios es amor es algo revolucionario. La grandísima mayoría de la población residente en países de superioridad musulmana lo poco que conoce del Cristianismo es lo que se enseña en el Islam.

En el Corán mismo se dice que la Trinidad cristiana son Dios, Jesús y María. Si bien la teología y la tradición musulmanas hablan de que Dios es amor, esto no se refleja en el sagrado libro explícitamente más que como un atributo entre otros. El Cristo de la Cruz es una revelación frente al creciente radicalismo yihadista. Lo que realiza la conversión es el amor de entrega transmitido por el testimonio viviente de un cristiano veraz sumado al descubrimiento real de que Dios es amor en su pleno significado. El testimonio de Joseph Fadelle y de Mario Joseph, otro famoso converso, así lo confirman.

Filiación

Además, la filiación divina que damos por hecho en el Cristianismo es otra enorme novedad. Para el Corán los hombres debemos someternos (de ahí el nombre de Islam, que significa ‘sumisión’) porque somos esclavos, no hijos. Somos esclavos llamados en más de 18 ocasiones a luchar contra los no creyentes, incluso a dar muerte a todo el que rechace el Islam.

Por eso, la más impactante verdad que un musulmán puede conocer es que Cristo, la Palabra Creadora del Mundo, Dios mismo se ha hecho hombre para enriquecernos con su divinidad. No en vano es lo primero que afirmamos en el Credo. Si vemos el video de Youtube llamado ‘Cambio de agujas: Mario Joseph, imán converso’, descubriremos que por encima de todos los argumentos, lo que resalta personalmente es el llamar a Dios ‘papá’. Es algo único del Cristianismo que corremos el riesgo de olvidar de vez en cuando.

Y si bien pudiera pensarse con excesiva suspicacia que las conversiones en occidente podrían tener alguna finalidad conveniente, se nos hace patente que las de oriente, donde abundan más, no podrían resultar así.

Finalmente, una verdadera conversión se dará por lo general a partir del testimonio auténtico de un cristiano que viva en la paternidad y amor divinos. De ahí la necesidad de educar a los hijos en la fe y vivirla personalmente. Quizás deberíamos suscribir las criticadas palabras de Ángela Merkel ante su partido: No tenemos mucho Islam, sino poco Cristianismo.

Salir de la versión móvil