Cartas del diablo a su sobrino

C. S. Lewis es autor también de Las crónicas de Narnia.

Manuel Rodríguez Canales

Esta vez escribo para recomendarles una lectura. Lo hago en mi calidad de afanoso lector que como buen ignorante vuelve siempre a los mismos libros. En este caso al texto que C. S. Lewis tituló The Screwtape Letters, que es normalmente traducido como Cartas del diablo a su sobrino.

El genial inglés se sirve del género epistolar para plantearnos un panorama espiritual completo y profundo que nos abre los ojos. Sus demonios no son esa caricatura que muchas veces disfraza la realidad crudelísima de la inteligencia corrompida por el orgullo y la envidia. Son seres espirituales en quienes el odio y la estrategia de posesión de la libertad del otro reinan de manera absoluta y eternamente desesperada.

Lewis los describe como seres torturados por el hambre y un mortal sentido de la indignación. Ya no se conocen ni encuentran en sí mismos motivo alguno de alegría, solo intrigan y planean cómo proyectar su propia amargura y bajeza a los hombres.

Una paradoja

Al leerlo dan ganas de reírse, pero la risa que brota está cargada de miedo.

Uno encuentra tantas cosas parecidas en el propio corazón que no queda sino volver los ojos a Dios. La voluntad satánica es tan cotidiana que nos hemos hecho la ilusión, supongo que engañados por los mismos demonios, de que no nos está pasando nada y que la vida moral y espiritual solo aparece o se vislumbra en los grandes crímenes y las caídas espectaculares que nos devuelven sobre nuestra propia debilidad o la de los demás que, con hipocresía insultante, nos atrevemos a juzgar.

El librito es como el mundo visto al revés: todo lo bueno es malo, todo lo malo es bueno. Y para quien tiene una mínima honestidad al leerlo, es una fuerte paradoja.


FRASES

«Sus demonios no son esa caricatura que muchas veces disfraza la realidad crudelísima de la inteligencia corrompida por el orgullo y la envidia».

«Uno encuentra tantas cosas parecidas en el propio corazón que no queda sino volver los ojos a Dios».

«El librito es como el mundo visto al revés: todo lo bueno es malo, todo lo malo es bueno. Y para quien tiene una mínima honestidad al leerlo, es una fuerte paradoja».

Salir de la versión móvil