Vacunas contra el COVID-19: un bien social al que no todos quieren acceder

Expertas analizaron los desafíos éticos de la inmunización contra el virus chino

La vacunación es un proceso confiable y debe valorarse su beneficio para la sociedad.

Redacción

Uno de los dilemas que más preocupa a los encargados del proceso de vacunación contra el coronavirus, es que no todas las personas están dispuestas a inocularse, a pesar que esto signifique un grave riesgo para la población mundial. Este punto fue uno de los temas tratados en el conversatorio Desafíos éticos en la vacunación COVID-19, realizado por la Universidad Católica San Pablo (UCSP).

Francisca Reyes Arellano, experta en Bioética, indicó que no hay razones éticas para no hacerlo, sino que son los mismos individuos quienes deben tomar la decisión de hacerlo ya que esta sirve para proteger a las personas que se encuentran a su alrededor.

Por su parte, María de los Ríos Uriarte, experta en Bioética Clínica, acotó que las vacunas representan un bien social y debemos valorarlas como tal. No curan del covid, pero sí de las afecciones severas y consecuencias lamentables.

Otro de los inconvenientes presentados en este proceso, es la desigualdad entre los países desarrollados y los países pobres, así como los escándalos de corrupción como el Vacunagate en Perú. Esto ha sentado un precedente de que este proceso debe darse de modo técnico y no con fines políticos.

El escándalo en nuestro país salió a la luz cuando se descubrió que el expresidente, Martín Vizcarra y otros personajes, entre ellos, la ministra de Salud, Pilar Mazzetti, el investigador a cargo del ensayo clínico, Germán Málaga, aprovecharon las dosis de ensayo para inmunizarse antes que el resto de los peruanos y previo al inicio formal de este proceso.

De los Ríos, explicó que la inequidad económica fue mitigada por la iniciativa Covax, (colaboración para un acceso equitativo mundial a las vacunas contra el COVID-19). Fueron 37 países beneficiados, entre ellos Perú con 1.7 millones de dosis.

Emergencia global

Reyes Arellano, docente de la UCSP, explicó que el contexto en el que se han desarrollado estas vacunas es distinto al tradicional, por la emergencia y amenaza que representa el coronavirus para el planeta.

“Un estudio clínico puede durar 4 o 5 años, pero en este caso, fue de poco menos de un año en sus primeras etapas. Pese al tiempo, sí se cumplieron los pasos que aseguran que la investigación se realizó bajo los estándares éticos correspondientes y que fueron estrictamente vigilados. Lo que permitió que este trabajo viera la luz en un plazo menor, fue la gran cantidad de recursos y especialistas que intervinieron para lograr una vacuna contra este nuevo virus”, explicó.

La especialista participó de cerca en los procesos de seguimiento durante el desarrollo y estudios de las vacunas. Esta experiencia le permite indicar que este proceso es confiable pues hay requisitos muy específicos antes de aprobar un estudio clínico.

En los ensayos se evalúa el valor social, científico y clínico, así como sus beneficios. También se hace una selección equitativa y balance tanto del riesgo como de los potenciales beneficios para los participantes, así como una evaluación imparcial de los protocolos entre otros puntos.

Francisca Arellano, también es docente en la Universidad de los Andes de Chile y María de los Ríos Uriarte en la Universidad de Anáhuac de México. Ambas participaron en el evento de la UCSP por invitación del Comité de Ética de la Dirección de Investigación de esta casa de estudios.

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