La crisis de los periódicos impresos frente al avance imparable de los medios digitales

El consumo de medios tradicionales, especialmente de periódicos impresos, atraviesa una profunda crisis marcada por la digitalización y el cambio en los hábitos informativos. Mientras tanto, el canillita –aquel personaje que voceaba titulares en las esquinas– observa cómo el diario de papel se desvanece frente al brillo de las pantallas.

La digitalización transformó la supervivencia de los medios de comunicación impresos.

Juan Pablo Olivares

Juan Onofre Mamani tiene 65 años y lleva casi medio siglo dedicado a la venta de diarios, un oficio que heredó de sus padres pero que va desapareciendo debido al internet y la digitalización. Entre los años 80 e inicios del nuevo milenio, en Arequipa existían más de 800 vendedores de periódicos. Hoy en día, de acuerdo con Onofre, esa cifra se redujo a menos de 50.

En aquellos años, entre los periódicos que se imprimían en Arequipa y los que traían de Lima, se llegaba a los 100 mil ejemplares, que eran repartidos entre los canillitas para su venta en la ciudad. Juan voceaba las ediciones en el centro histórico y vendía entre 700 y 800 al día, ganando entre 100 y 150 soles por jornada, una suma suficiente para brindarle estabilidad económica a su familia. Sin embargo, desde hace 20 años, los canillitas sufren una caída dramática en sus ingresos.

Actualmente, lamenta que en Arequipa se vendan poco más de 8 mil periódicos al día. Por si fuera poco, además del vertiginoso desarrollo tecnológico, la pandemia del covid-19 redujo la comercialización de periódicos en casi un 95 % (40 diarios al día).

“Se vendía más cuando había noticias o titulares resaltantes. Por ejemplo, en 1982, cuando el FBC Melgar salió campeón por primera vez y jugó la Copa Libertadores, llegamos a vender más de 1000 ejemplares”, recuerda con nostalgia este sobreviviente de la edición impresa.  Cabe señalar que Juan Onofre también es el presidente del Sindicato de Vendedores de Diarios, Revistas y Loterías de Arequipa (SVDRLAQP), el primer sindicato de la ciudad fundado en 1934.

Juan Onofre lleva más de cincuenta años dedicado a la venta de diarios, un oficio que heredó de sus padres.

Público cautivo

Aunque el consumo de noticias e información se da –en su mayoría– a través de los medios digitales, los canillitas sobreviven en la calle, sobre todo, gracias a los adultos y adultos mayores que prefieren los medios tradicionales (periódicos).

En ese sentido, Daniel Chicoma, consultor en marketing digital y comercio electrónico, sostiene que lo positivo de los diarios tradicionales es que todavía son consumidos por personas adultas, un grupo etario que aún no está digitalizado al 100 % y que no contempla un presupuesto para pagar una suscripción a un diario digital.

“Los diarios consumidos por la población adulta son mayormente los económicos o llamados ‘diarios chicha’, porque tienen un lenguaje más simple y coloquial al momento de desarrollar la noticia. Esa dinámica todavía se mantiene”, explicó.

Medio digital: barato y efectivo

Según el especialista, otro de los factores que ha provocado que los medios impresos sean desplazados, es que los anunciantes (publicidad) han optado por los medios digitales, ya que son más económicos y efectivos para llegar a su público objetivo. Además, su alcance se puede medir al 100 %, en comparación con los medios impresos.

En ese contexto, Chicoma aclaró que la información que brinda un periódico impreso es limitada y está encajonada al espacio físico, a diferencia de la versión digital donde es todo lo contrario, ya que no tiene límite de espacio y puede actualizarse.

Este fenómeno ha obligado a los medios tradicionales a repensar sus modelos de negocio. Ahora, deben ajustarse al ritmo y estilo vertiginoso de los digitales para no perder presencia en el mercado.

“El medio de comunicación tradicional que mejor parado ha salido con la digitalización es la radio. Se transforma en algo hibrido. En el caso de la televisión, el problema es que el rating no se puede medir como ocurre con YouTube. El rating solo mide un porcentaje del mercado. Es una muestra minúscula”, argumentó.

Ante la escasa venta de diarios, Juan Onofre lleva los periódicos directamente al domicilio de sus clientes.

Canillitas en extinción

Juan Onofre señala que, en la actualidad, ver un canillita por las calles es como encontrarse con un trébol de cuatro hojas. Prácticamente están en extinción, aunque todavía subsisten algunos “machotes” que llegan a vender hasta 100 periódicos al día, siendo esa su única fuente de ingreso.

Desde muy temprano, Juan recorre las calles ofreciendo los diarios. Lo hace hasta antes del mediodía, para luego terminar la jornada en su quiosco ubicado en la esquina de la calle Pampita Zevallos con la avenida Abelardo Quiñones, en el distrito de Yanahuara, una zona conocida por su gran cantidad de centros de belleza, y porque está cerca del tradicional mercado de Antiquilla.

“Este oficio me dio la oportunidad de tener el hábito de la lectura. Con ello he podido conocer y aprender muchas cosas. Me ayudó a culturizarme y conocer sobre las ordenanzas municipales, por ejemplo”, cuenta orgulloso este trabajador de los medios impresos.

Los canillitas recorrían las calles de la ciudad, sabían dónde vivían sus clientes fieles y con ellos entablaban una relación laboral, social y humana. Algo que en la actualidad es solo un recuerdo.

En medio del desafío de no desaparecer, los canillitas y quioscos de periódicos están encontrando formas de reinventarse. No solo ofrecen diarios, venden libros, revistas y una variedad de productos, como golosinas, gaseosas, utensilios de cocina y hasta aparatos tecnológicos. Todo con el objetivo de sobrevivir.

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