Un deseo para este tiempo: que el virus nos haga más humanos

Jorge Pacheco Tejada
Educador

Vivimos una experiencia inédita con la oportuna medida dictada por el presidente Martín Vizcarra, de aislamiento social obligatorio por 15 días. Ante esto, la primera idea que tuve fue el conocido refrán “a mal tiempo buena cara”, es decir, ante una circunstancia tan grave que pone en riesgo la vida de mucha gente, este aislamiento debemos asumirlo con espíritu positivo y mejor aún, asumirlo como una gran oportunidad  para fortalecer nuestra familia.

Es este contexto es oportuno atender los consejos psicológicos para largos periodos dentro de la casa que brinda Elena San Martín Suárez, educadora social y psicóloga. Me voy a permitir resumirlos en seis puntos:

Evitar la sobrecarga informativa, pues nos puede generar mucha ansiedad. Para cuidarnos, evitemos estar con la Tv encendida todo el día y viendo noticias sobre el coronavirus. Informémonos un momento y solo una vez al día. El resto de tiempo ocupémoslo en actividades que no estén relacionados a este tema.

Esta pandemia nos hace ver que nuestra pirámide de valores estaba invertida, que la vida siempre fue lo primero y que todo lo demás es accesorio, que no hay lugar seguro fuera del hogar, y cuidemos a nuestros ancianos.

Afrontamiento positivo, centremos nuestro pensamiento no, en que no nos dejan salir, sino en que gracias a nuestro sacrificio personal hacemos un bien para la sociedad. Enfoquémonos en que —aunque es difícil— al quedarnos en casa, estamos salvando vidas.

Mantenerse activos, limitar el tiempo que pasamos conectados a la tecnología. Busquemos actividades manuales y formas de pasar el tiempo separados de las pantallas. También busquemos actividades físicas para realizar en casa.

Planear una rutina diaria, el consejo de mantener un horario y una rutina es fundamental. Por la mañana hacer los deberes, después de comer ver Tv o jugar y por la tarde hacer actividades en familia.

Ayudarse mutuamente, reunirnos entre todos y tomar conciencia de lo provechoso que puede resultar esta convivencia si nos apoyamos los unos a los otros, esforzándonos en hacer la vida más ligera a los demás durante este tiempo, animándonos entre nosotros.

Existe una sola alternativa, ser mejores juntos. Si todo sale bien, todo cambiará para siempre. Puede ser, solo es una posibilidad, que este virus nos haga más humanos y que de esta tragedia surja un pacto nuevo.

Educar a los niños, para que comprendan que no debemos salir de casa no solo por el contagio sino porque este es un acto lleno de valor y sentido trascendente. Ser positivos y transmitirles ánimo. Esta tarea no es posible si no reflexionamos con seriedad y profundidad las circunstancias que estamos viviendo. 

Mi madre solía decir, “no hay mal que por bien no venga”. Esta pandemia nos hace ver que nuestra pirámide de valores estaba invertida, que la vida siempre fue lo primero y que todo lo demás es accesorio, que no hay lugar seguro fuera del hogar, y cuidemos a nuestros ancianos.

Empezamos a preocuparnos por los trabajadores. Por fin nos damos cuenta que si yo estoy seguro y el de más allá no, mi vida está en peligro. Por eso surge un sentimiento de gratitud a los héroes de este tiempo: médicos, enfermeras, policías, militares, bomberos y personal que atiende los servicios básicos y que arriesgan su salud y su vida trabajando en esta crisis por nosotros.

Existe una sola alternativa, ser mejores juntos. Si todo sale bien, todo cambiará para siempre. Puede ser —solo es una posibilidad— que este virus nos haga más humanos y que de esta tragedia surja un pacto nuevo, una rama de olivo que sea la señal que puede hacerse realidad un mundo nuevo, “porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio” (Carta a Timoteo 1,7).

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