¿Se puede ser político y honesto?

A lo mejor sí, pero yo, hoy, no lo veo. Y no hablo de gente concreta, ni cito nombres, apellidos o situaciones tan similares y repetidas que parecen capítulos de El Chavo. Y no hablo no porque no pueda o no me atreva, sino porque me parece que más allá de las personas el sistema en sí mismo se ha convertido en una especie de licuadora de la honestidad y el honor. Lo sé, alguno dirá: el sistema lo hacen personas. Es verdad pero parece que una vez hecho las personas sirven al sistema de tal forma que es imposible salir de él.

Como lo veo funciona así: lumpenizas a la población con los medios. Dale que dale a la información inútil, dale que dale al chisme irrelevante, dale que dale al reality y los encontrones entre vedettes, futboleros y demás personajes de la farándula. En paralelo dale que dale al negociazo, al faenón, dale que a dale al primo, al hermano, al causa. Hasta que el negociazo y el faenón revientan y van a los medios que una vez más dale que dale al notición, a la «pepa», al almuerzón que se presenta con el mismo tonito cachaciento que se asocia inmediatamente al reality.

Llega al poder y negocia con los medios, compra votos, asóciate con gente contraria a tus principios, para lo cual no debes tener principios. Listo, al mismo tiempo silencia los temas de fondo, especialmente los que nos pueden sacar del fondo, sí, esos temas duros que suenan solemnes y al mismo tiempo burlescos en bocas tan hipócritas: familia, valores, educación. Y una manera muy eficaz de silenciarlos es hacerlos retóricos, vagos.

Volvamos a la pregunta del título. Si quieres ser político (y ejercer el poder) necesitas votos; los votos se compran con promesas; las promesas deben cumplirse; para cumplirlas no puedes prometer mucho; si no prometes mucho no tienes votos; si no tienes votos, fracasas; si fracasas, desapareces. En todo ese proceso es imposible ser honesto.

Otra posibilidad es que reúnas todas las capacidades de un santo: bondad, honestidad férrea, capacidad de decisión, gestión, inteligencia, humildad y don de gentes con lo cual tienes que formar un equipo de tu misma catadura o por lo menos similar. Haz eso y vivirás.

No quiero ser muy pesimista pero con todos los nudos delincuenciales que se huelen en el poder, lo más probable es que te caiga una bala y más adelante, además de la tumba que visite la gente que te quiere, tengas un busto de bronce o una calle con tu nombre ¿Te atreves a intentarlo? Yo, personalmente, salvo la fe cristiana no veo razón para hacerlo.

Salir de la versión móvil