¿Por qué no le creo a Álvaro Moscoso (y a otros más)?

Renato Sumaria Del Campo
Periodista

Ya en la década del noventa, el francés Jean Mouchon —experto en temas de comunicación, medios y política— percibía una tendencia incontenible de los políticos hacia el uso del marketing como forma eficiente de comunicación.

En tal sentido, nos entregó sesudas reflexiones, como aquella que analiza el rol que el soporte televisivo juega en la construcción de la imagen de un político y que supone, entre otros, un ajuste del discurso de este a los dispositivos audiovisuales.

Para hacerlo simple: Mouchon postulaba que en algún punto del camino por ser aceptado, el político comienza a respetar a rajatabla los espacios de corte informativo y empieza, a la vez, a buscarlos casi desesperadamente. Para ello ajusta su comportamiento a las reglas de juego informativas que el medio le impone.

El ejercicio anterior es muy eficiente para enviar mensajes, sobre todo, cuando se está en campaña; pero también, de no haber honestidad de intenciones, sirve para licuar el pasado polémico del personaje y dejar ante los medios la apariencia de cambios que probablemente no existan.

Recuerdo esto y veo entrevistas al candidato a la alcaldía provincial de Arequipa Álvaro Moscoso. El postulante, por tercera vez, ha entendido —como pocos— que para ganar debe jugar el partido según las reglas del formato informativo que usa. Así, del incendiario locutor de radio Exitosa queda poco o nada.

Y cuando le preguntan sobre el carácter matonesco y casi extorsionador de sus audios del 2010, asegura, con voz casi angelical, que “una cosa es pensar hacer algo y otra muy distinta hacerlo”. A cambio habla de una smart city, incubadoras de negocios, innovación, etc.

Lo mismo pasa con Omar Candia, el candidato de Arequipa Renace. Es difícil imaginar que alguien tan amigable con la prensa haya sido sindicado como una de las autoridades con más vínculos con organizaciones de invasores de terrenos.

O Víctor Hugo Rivera, muy abierto a dar declaraciones, pero expulsado del club Internacional —del que fue presidente—, acusado de dejar en mala situación económica al Colegio de Ingenieros —cuando fue decano— o mal recordado por su gestión al mando de la Comisión Nacional de Árbitros de Fútbol —la cual presidió—.

Por todo lo anterior, es muy importante que como electores desarrollemos dos capacidades en este tiempo: la de conocer al candidato y la de dudar de todo lo que diga por televisión.

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