Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
En medio de la vorágine de proyectos de ley populistas en el Congreso, como la prohibición de los saleros en las mesas de los restaurantes, la obligación de difundir la Constitución por parte de los operadores celulares y la comercialización de huevos de gallina y/o codorniz pelados y cocidos en la vía pública, entre otros, hay un rumor que se cuece, y es la rehabilitación de las universidades “bamba” que no fueron licenciadas por Sunedu.
Como reporta Ojo Público en un informe de Milagros Berríos, las visitas de dueños y autoridades de universidades no licenciadas, tanto al Congreso como a la Sunedu, generan la sospecha de que se estaría fraguando una iniciativa para reflotarlas en los próximos meses.
Por un lado, las universidades que sí fueron licenciadas deberían formar un frente común para evitar este escenario, ya que está en juego la posibilidad de mejorar la profesionalización que el país requiere, debido a los desafíos que tenemos por delante ante los cambios tecnológicos, y aprovechar las oportunidades de la economía del conocimiento.
Por el otro, el Congreso también debería evitarlo porque, como ocurrió con Manuel Merino, la defensa de la reforma universitaria fue el detonante de las calles contra él. Una cosa es hacer una reforma para la composición de la directiva de Sunedu, donde no se pone en juego lo ganado, y otra muy distinta es tumbarse la reforma completamente y sobre todo sus resultados, que fueron aplaudidos por la opinión pública, más aún cuando se observaba que la sede de una de las universidades no licenciadas en San Juan de Lurigancho simulaba tener siete pisos, donde los tres últimos eran sólo cascarón. ¡No hay derecho! El exceso de confianza de los congresistas puede llevarnos a elecciones anticipadas.
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