Manifiesto de Arequipa

 

Hace unos días, mientras en la puerta del Arzobispado de Arequipa unas veinte personas identificadas con camisetas con las siglas LGTB (homosexuales, bisexuales, transexuales, etc.) gritaba y pegaba carteles a favor del aborto, violando así el respeto a la tranquilidad pública y la propiedad privada, los miembros de la Coordinadora Regional por la Vida terminaban de preparar la publicación del “Manifiesto de Arequipa”, que fue leído en la sesión solemne por el aniversario de la fundación española de nuestra ciudad y recibido con fuertes aplausos de los miles de asistentes. Se trata de un documento histórico, tanto por su contenido como por la relevancia y representatividad de quienes lo han suscrito.

El “Manifiesto de Arequipa” es un acuerdo tomado por las principales autoridades y reconocidos miembros de la sociedad civil de nuestra Región ante la crisis de valores e instituciones que, como consecuencia de un proceso de colonización ideológica emprendido por intereses extranjeros, está comenzando a afectar a nuestra querida Arequipa. Por ello, en fidelidad a nuestra identidad cultural y tradición democrática, así como al legado de nuestros antepasados, movidos por el deseo de alcanzar un verdadero desarrollo humano integral se ha decidido unir esfuerzos para evitar que esas ideologías extranjeras afecten a las nuevas generaciones. Con esa finalidad, los firmantes del “Manifiesto de Arequipa” se han propuesto promover, entre otros, el derecho a la vida y a la patria potestad, así como el matrimonio y la familia.

El derecho a la vida es el primer derecho fundamental de toda persona. Por tanto, como bien lo declara nuestra Constitución Política, debe ser respetado desde el instante de su concepción  hasta su terminación natural. No hay lugar, entonces, para legalizar el aborto en cualquiera de sus formas. La patria potestad, por su parte, incluye el derecho y el deber de los padres a brindar manutención, educación y custodia a sus hijos menores de edad o afectados por alguna discapacidad que les impida valerse por sí mismos, así como el consecuente derecho de los hijos a recibir tales cuidados y educación por parte de sus padres. No es legítimo, entonces, que se pretenda transmitir a los niños y adolescentes una educación sexual contra la voluntad o sin el conocimiento de los padres, como lo han comenzado a hacer algunas ONGs financiadas desde el extranjero. Del mismo modo, el Matrimonio es una institución de carácter natural constituida por la unión estable de un varón y una mujer, que tiene como fin el bien de los cónyuges y la preservación de la sociedad a través de la procreación y educación de los hijos. Por esa razón, debe ser protegido en su propia identidad y no debe equiparársele otro tipo de uniones. Finalmente, la familia constituye la base fundamental de la sociedad. En su seno se gestan las nuevas generaciones, se transmite la sabiduría de los ancianos, se aprende a ser solidarios y se protege de un modo peculiar a los miembros más débiles y vulnerables.

Felicito a las numerosas autoridades regionales y locales, así como a los representantes del sector salud, del mundo de la cultura, de los gremios profesionales y de empresarios, y a las decenas de miles de arequipeños que han querido respaldar esta importante iniciativa. ¡Arequipa continúa unida en los principios y valores que siempre la han caracterizado!

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