Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
A nivel internacional, fue un año marcado por una alta conflictividad, a la invasión rusa a Ucrania se sumó el escalamiento del conflicto palestino-israelí por la acción terrorista perpetrada por Hamás. Escenario que nos deja un panorama desolador, donde no se avizora una salida rápida a las conflagraciones que durarían por mucho más tiempo.
Respecto a la región, América Latina no ha hecho la tarea de elevar la calidad de la educación, y hasta que no hagamos un mejor trabajo en la formación de capital humano, no podremos insertarnos en la economía del conocimiento, lo que nos deja un solo camino, el de siempre, depender de la explotación de nuestros recursos naturales.
En Perú, la restitución de 14 mil profesores al magisterio, que no cumplieron con las pruebas de calidad docente que aprobó el Congreso por medio de una ley este año, nos lleva en el sentido contrario al que deberíamos avanzar.
En el plano nacional, se recuperó el orden público, logramos avanzar en el control de la inflación y mantuvimos la estabilidad monetaria, pero no logramos progresar en términos de ejecución de la inversión pública ni mejorar los ingresos fiscales, haciendo a las finanzas del Estado más vulnerables para 2024, debido no sólo al nulo crecimiento de la economía, sino también al incremento presupuestal que aprobó el Congreso este año.
También nos dejó un Tribunal Constitucional completo —el último integrante elegido en el Congreso en una votación express y sin debate—, un Ministerio Público debilitado y una Junta Nacional de Justicia en suspenso; a la presidenta más impopular de la historia y un gabinete con resultados entre mediocres y malos, aun así, con menos ministros censurados.
Por último, nos dejó un expresidente extraditado, uno indultado y un exconvicto presidenciable, lo que nos recuerda la ausencia de liderazgo que tanto nos afecta.