César Montes de Oca Dibán
Docente del Departamento de Ingenierías de la Industria y el Ambiente de la Universidad Católica San Pablo
Es una tendencia mundial la búsqueda de fuentes de energía más sostenibles y limpias, entre ellas tenemos, por ejemplo, al hidrógeno verde, que llamaremos H2V.
El H2V ha surgido como una alternativa muy prometedora, porque tiene el potencial de revolucionar la industria energética. Se distingue de otras formas de hidrógeno, por su proceso de producción libre de emisiones de carbono (acción notable en pleno cambio climático), modificación de matriz energética actual (hidrocarburos) y, en consecuencia, un futuro más sostenible.
El H2V se genera a través de la división de la molécula del agua (H2O), mediante electrólisis que utiliza energía renovable, como la hidráulica, solar, eólica, geotérmica, entre otras. Esto significa que su producción no libera emisiones de carbono, lo que convierte al H2V en una opción clave para reducir la dependencia en cuanto al uso de combustibles fósiles.
Debemos precisar que, si en el proceso se utiliza energía no renovable, con emisiones de carbono, la denominación cambia de verde a azul.
Las proyecciones indican que el mercado del H2V está en alza. Se espera que su adopción aumente significativamente en los próximos años, a medida que la infraestructura de producción y distribución se desarrolle aún más y los costos disminuyan con la mejora de las tecnologías.
Varios países han tomado medidas legislativas para impulsar la generación y adopción de hidrógeno verde. Como un primer ejemplo, podemos considerar a Alemania, país que ya adoptó una estrategia nacional de H2V para promover la investigación, inversión y el desarrollo, destinando fondos públicos para ese fin.
Asimismo, Japón se ha propuesto ser líder en la economía del H2V, e invierte en investigación y desarrollo de tecnologías; del mismo modo, Países Bajos que ha implementado políticas públicas para la producción de H2V, incluyendo incentivos fiscales para las empresas que lo producen y/o usan.
Perú se sumó al influjo mundial y promueve el H2V mediante la creación de un grupo de trabajo multisectorial, que propuso alternativas legales y regulatorias promotoras del desarrollo de proyectos de H2V.
Como resultado, el 23 de marzo de 2024 se publicó la Ley 31992 – Ley de Fomento del Hidrógeno Verde, que declara de interés nacional la investigación, desarrollo, producción, transformación, almacenamiento, acondicionamiento, transporte, distribución, comercialización, exportación y uso del H2V. Si bien es valioso el avance, aún queda pendiente su reglamentación.
Un elemento muy importante a considerar sobre esta norma es que contiene una definición de H2V incorrecta, en la medida que considera que este se produce generando baja emisión de carbono, como si fuera hidrógeno azul. Recordemos que el H2V es cero carbonos.
Considerando lo señalado, podemos estar seguros de que el H2V se está perfilando como un componente clave en la transición hacia una matriz energética más sostenible y baja en carbono; prometiéndonos así un futuro esperanzador que parece casi salido de una historia de ciencia ficción, aunque esto quizá tenga algo de cierto.
En 1875, Julio Verne, en su obra La isla misteriosa señalaba: “Creo que un día el agua será un carburante, que el hidrógeno y el oxígeno que la constituyen, utilizados solos o conjuntamente, proporcionarán una fuente inagotable de energía y de luz…”. Quizá estemos más cerca de lo que pensamos a este momento de la historia.
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