Germán Chávez Contreras
Economista y Profesor principal de la Universidad Católica San Pablo
La política arancelaria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no ha sido una sorpresa, aunque sí llama la atención la forma cómo se está aplicando. No cabe duda de que se trata de una medida proteccionista que busca replantear las relaciones comerciales de la primera economía mundial, priorizando de manera enérgica los intereses nacionales e incidiendo en el eslogan: “Hacer América grande de nuevo”.
La reacción de Trump obedece a que EE.UU. ha venido registrando déficits comerciales consistentes desde la segunda mitad de la década del 70 del siglo pasado. Esto debido, fundamentalmente, a las elevadas importaciones de petróleo y otros productos tecnológicos y de consumo final.
Los mayores déficits comerciales los ha registrado con China, México, Canadá y Alemania, en tanto que sus principales socios comerciales son Canadá (15 %), México (14 %) y China (13 %). El promedio mensual de déficit comercial que maneja este país bordea los 130 mil millones de dólares (cerca de la mitad del PBI del Perú).
Entre las medidas arancelarias iniciales, están el 25 % a los principales socios comerciales y 10 % al resto de importaciones que reciben. Canadá, China y otros países ya se han mostrado contestatarios, lo que hace previsible una guerra comercial global, con nuevas modificaciones arancelarias y con resultados poco previsibles en el corto y largo plazo.
Un poco de historia
Recurrir a la colocación de aranceles para proteger la industria nacional no es algo nuevo. A mediados del siglo pasado, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) promovió el modelo de sustitución de importaciones (MSI), bajo la dirección del economista Raúl Prebisch.
El argumento de entonces fue que existían desigualdades estructurales en el comercio exterior, lo que provocaba una desventaja para los países de América Latina y el Caribe. Lo curioso es que este modelo (similar a la propuesta de Trump) exige una participación fuerte del Estado, algo poco usual en una economía neoliberal como la norteamericana. Este modelo fracasó hacia fines del siglo pasado y muchos países abrieron nuevamente sus economías aplicando políticas neoliberales y accediendo a la competencia internacional.
Los efectos
El resultado de las políticas proteccionistas, basadas en el incremento de aranceles, depende de si se trata de una economía pequeña (como la peruana) o de la primera economía del mundo. En el primer caso, los efectos negativos quedan en el país, que tendrá que enfrentar escasez y precios elevados.
En el caso de EE.UU., los efectos son diferentes. No cabe duda de que se experimentará un incremento en los costos y en los precios de los bienes finales, eso provocará, en el corto plazo, una contracción de la producción.
También se dará una disminución de la demanda interna por el alza de los precios, menores importaciones y reducción de las exportaciones para el resto del mundo. El riesgo inflacionario generalizado volverá, esta vez por el lado de los costos, al encarecerse el comercio exterior para todo el globo. La contracción de la demanda en EE.UU. repercutirá en una contracción en la producción de las otras economías, con lo que la corrección a la baja del PBI mundial será altamente probable. Todo ello provocará desempleo y pobreza, en algunos casos.
En lo inmediato, tenemos una caída en la cotización del dólar, el ajuste al alza del euro y el incremento del oro a US$ 3200.00 la onza. En el caso peruano, la aplicación de un arancel de 10 % afectará principalmente a las exportaciones de productos mineros (cobre, zinc, oro), agrícolas (café, espárragos, palta, mango, uvas), pesqueros (pescados y mariscos), textiles y confecciones, y algunos productos químicos y manufacturados. Sin embargo, es bueno mencionar que solo el 14 % de nuestras exportaciones van a Estados Unidos, por lo que el impacto debe ser menor comparado con otras economías.
El resultado, en el mediano y largo plazo, se verá en el reordenamiento de las relaciones comerciales del mundo, la hegemonía del dólar como divisa que lidera en la actualidad, las relaciones comerciales y el repunte de economías de países como China, India, Corea del Sur y Japón que podrían aprovechar el momento para fortalecerse.
En el caso particular de China, se consolidará como la segunda economía del globo, y abrirá aún más sus mercados. Este hecho fortalecerá sus relaciones comerciales con otros países, que ya no ven a EE.UU. como un socio comercial serio, por el irrespeto a muchos de los acuerdos bilaterales y tratados de libre comercio que tenía este país con el resto del mundo.
Para concluir, debemos advertir que el proteccionismo arancelario conducirá a la creación de industrias poco competitivas, ineficientes y obsoletas. La mejor manera de proteger la industria nacional es promoviendo la productividad, lo cual se logra con mayor inversión en tecnología, educación y capacitación de las personas y no necesariamente con la aplicación o incremento de aranceles.
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