Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
Justo cuando parecía que las negociaciones entre EE.UU. y China habían llegado a buen puerto y varios países, instados por la Casa Blanca, habían modificado sus políticas para evitar el impuesto global del 10 %, Donald Trump sorprendió con un nuevo arancel del 50 % al cobre. Esta medida sí nos puede afectar, dado que se trata del principal producto de exportación del Perú.
Si algo había logrado el gobierno de Dina Boluarte fue llevar la fiesta tranquila y evitar el arancel del 10 %. Es más, había logrado avanzar en la eliminación gradual –según cronograma– de medidas fitosanitarias para productos agroindustriales que contemplaba el Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU. Sin embargo, con esta nueva medida, el clima se vuelve a enrarecer, sobre todo porque falta aclarar si el arancel se aplicará al cobre en bruto, a los productos procesados o a todos.
Si solo se aplicara al material en bruto, no nos afectaría tanto, pues casi la totalidad de nuestro cobre se exporta a China, y menos del 5 % tiene como destino EE.UU. Sin embargo, otro es el panorama cuando hablamos del cobre que ha pasado por algún proceso de valor agregado, allí tendríamos en juego exportaciones cercanas a los 850 millones de dólares. Asimismo, habría que ver cómo esta medida afectaría las exportaciones chinas hacia EE.UU., ya que, aunque indirectamente, sí podría generar un efecto más nocivo para el Perú.
En todo caso, habrá que esperar qué alternativas se plantean para evitar este nuevo “arancelazo” del gobierno estadounidense y si existe alguna forma de que esto no eche al trasto los acuerdos que había alcanzado EE.UU. con China. No olvidemos que el gigante asiático ya advirtió que, de verse perjudicado, tomaría represalias.
Así las cosas, los aranceles seguirán vigentes como arma de presión y negociación en la geopolítica comercial.