Actitudes y aptitudes, óptima combinación para una organización

Ricardo Arturo Valdez Cornejo
Director de Glo-Val Consultores.
Docente de la UCSP

Actitudes y aptitudes. Ambas necesarias para garantizar los resultados sostenibles en las organizaciones modernas. Si las personas aplican estos conceptos se garantiza el éxito de la empresa.

Definamos para entender mejor. Actitud es la postura de la persona frente a diversas situaciones que pueden suceder en el entorno y que afectan al individuo. Aptitud es la capacidad para la realización de las tareas y funciones. 

La primera es el resultado de una serie de condiciones como la personalidad propia, el temperamento, carácter, crianza, entorno, entre otras, pero modeladas por la propia voluntad individual. La segunda es, de forma simple, resultado de la práctica y el aprendizaje.

Una persona con actitud negativa puede actuar en desmedro de la organización y llegar a destruir hasta los cimientos de la misma.

Por lo tanto, se entiende que la aptitud puede modelarse con la instrucción, la educación y en ocasiones con la formación. Por el contrario, la actitud es una variable que cambia con mayor dificultad y es aquí donde se presenta el problema.

Una persona con actitud negativa puede actuar en desmedro de la organización y llegar a destruir hasta los cimientos de la misma. Mientras más arraigada sea su negatividad es más complicado corregirla y encaminarla. 

Por el contrario, mientras más poderosa sea la actitud positiva arraigada en la persona, esta puede llegar a ser ejemplo para otras y de esa forma ejercer un liderazgo natural que contagia energía positiva.     

Muestras de la actitud negativa son el derrotismo, envidia, maledicencia, hipocresía, deshonestidad, falta de respeto por el pudor propio y ajeno, ausencia de prácticas éticas, entre otras. 

Por otro lado, las manifestaciones de una actitud positiva son el optimismo, la conformidad con el bien del prójimo, expresiones laudatorias hacia los demás, sinceridad, honestidad, respeto al pudor propio y ajeno, prácticas éticas, etc.

Es claro que actitudes coadyuvan al éxito de la organización y cuales producen un efecto contrario y es obvio que no es fácil moldear actitudes en personas adultas que ya se encuentran laborando en las empresas.

La aptitud, por el contrario, se va construyendo con esfuerzo y voluntad, pero no implica cambio en las fibras interiores más íntimas del ser y ende, es más fácil influenciarla, salvo por circunstancias no deseadas como accidentes u otros problemas similares, la aptitud no involuciona. La actitud, sí.

Mientras más poderosa sea la actitud positiva arraigada en la persona, esta puede llegar a ser ejemplo para otras y de esa forma ejercer un liderazgo natural que contagia energía positiva.

Así como está demostrado que el amor y la felicidad son decisiones personales del ser humano, sin importar las influencias negativas del entorno, lo mismo ocurre con la actitud frente a situaciones y personas, y en un determinado espacio. Es una decisión ser un individuo auténtico.

Además, la autenticidad es cimiento para la práctica de valores, que también conduce a la virtud. 

Una interrogante interesante para un gerente o ejecutivo que tenga entre sus objetivos el desarrollo sostenible de la organización, podría ser la disyuntiva que se plantea como elección entre actitudes y aptitudes, siendo obvio que ambas deban estar presentes y constantes en el talento humano de las organizaciones, pero si tuviéramos que elegir a una persona por sus actitudes o por sus aptitudes, ¿a cuáles elegiríamos?

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