La libertad e independencia personal a propósito del bicentenario

Claudia Calisaya Carpio
Docente de Liderazgo en Humanidades en la UCSP

La celebración del bicentenario, ha popularizado el uso de dos palabras muy importantes: libertad e independencia. ¿Nos hemos puesto a pensar en el peso y valor de ambas en nuestra vida?

Una persona libre es aquella que tiene la facultad de actuar, obrar, pensar o no actuar. Que no está preso ni esclavo, que tiene la condición de libertad.

Antes de entender esta condición y realmente vivirla, solía preguntarme, ¿qué dirán los demás?, ¿me aceptarán?, ¿soy suficiente o realmente buena? No solo me hacía estas preguntas, sino que también, actuaba de acuerdo a sentimientos que me mantenían atada al dolor, siendo el más intenso, el rencor. El resultado era que, a pesar de tener ‘libertad física’, vivía en una cárcel emocional.

Con respecto a la independencia, me referiré a lo emocional. La dependencia afectiva o sentimental, consiste en una serie de comportamientos adictivos que se dan en una relación interpersonal —según la psicología— y este estado es algo que no podemos ver de forma inmediata, pero termina expresándose.

Frases como “prefiero dejar pasar su poca atención a no tener pareja”, “prefiero que abusen de mí en el trabajo a no tenerlo”, “prefiero estudiar lo que a mis padres les parece a no tener su aprobación”, entre otras que, en realidad se resumen en “prefiero tener poco a no tener nada”.

Toda esta descripción de libertad e independencia, tiene que ver, también, con el escenario del afecto real y auténtico, un todo que te hace sentir seguro, pleno y satisfecho. Y no se trata solo del afecto que recibimos de otra persona, se trata principalmente de uno mismo, del amor que sientes por ti, de lo que aceptas o no. Es asumir que somos los principales responsables de nuestra felicidad.

Ese plano afectivo tiene que ser adecuadamente expresado, de lo contrario el cuerpo humano lo hará por ti. Según el psicólogo, Daniel Goleman, las emociones perturbadoras y las relaciones tóxicas, son factores de riesgo que favorecen la aparición de enfermedades.

Louise Hay, pionera de los libros de autoayuda y crecimiento personal, reflexionó mucho sobre el componente emotivo que podría acompañar el origen de algunas enfermedades como el cáncer y Manuel Álvarez, médico internista y presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomática, afirma que saber reconocer el origen de las emociones es clave para la salud integral, por eso, la persona que reconoce y expresa sus sentimientos es una ganadora.

Entonces, ¿qué obtendrías si fueras libre e independiente emocionalmente? Se abrirían nuevas posibilidades que representarían bienestar, alta autoestima, relaciones de alegría y crecimiento personal, amistades auténticas, manejo del temperamento y construcción del carácter.

Estos resultados impactan de forma positiva en la toma de decisiones individuales y en la armonía de la sociedad. Alcanzar esto requiere iniciar un proceso de transformación personal y el coaching es una opción.

Esta herramienta permite la identificación de ‘puntos ciegos’ y encontrar respuestas desde el autodescubrimiento. No será un camino fácil, pero es posible.

Nuestro país fue declarado libre e independiente hace 200 años. Nosotros, cada uno, ¿lo somos? Nelson Mandela, el líder y expresidente sudafricano, tras 27 años de encierro como preso político, dijo “Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atrás toda la ira, el odio y el resentimiento, seguiría siendo un prisionero”. Entonces depende de nosotros si somos libres y queremos serlo siempre.

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