El renacimiento de un ceramista

Fernando Arce, es un ceramista que encontró el gusto en una tradición arraigada a su familia, pero rompió el molde y lo llevó a otro nivel

Gabriel Centeno Andía

Los primeros pasos que dio Fernando, fueron en medio de lodo. De niño siempre jugó con arcilla, pues era el material que usaba su padre, Bernardino Arce, para llevar el sustento a la casa como artesano. A Fernando le gustaba, pero cuando fue adolescente, no le resultaba tan divertido e intentó alejarse por completo.

“Me aburrió”, confiesa. Cuando terminó el colegio quiso estudiar turismo, pero no estaba convencido. Pensó en optar por el arte, pero finalmente lo descartó.

“Decidí estudiar diseño gráfico para alejarme por completo de la artesanía, pero en un proyecto del instituto, nos pidieron usar materiales que teníamos a la mano para diseñar y crear una pieza y yo solo tenía arcilla”, recuerda.

El regreso

En el instituto le pusieron el apelativo de ‘arcilla’, porque la usaba para casi todo. Apenas finalizó su formación en diseño, empezó a trabajar con eso, pero no estaba conforme pues sentía que todo era monótono en el ambiente.

Así decidió acompañar más a su padre en las ferias internacionales, hasta que llegó a la Bienal Internacional de Bolivia, donde vio carteles y diseños donde se usaba dibujos de cerámicas para crear. “La cerámica como pieza terminada, no era el final y daba pie para crear otras cosas”, reconoce.

Luego de esa experiencia, decidió estudiar cerámica y producción seriada en Argentina, donde vivió tres años. “Estudiaba en las mañanas y por las tardes, trabajaba con un ceramista que elaboraba cosas utilitarias y obras artísticas. Eso me abrió la mente para plasmar la cerámica a textos ilustrados; incluso dicté algunos talleres sobre cerámica ilustrada. Luego regresé a Perú”, refiere.

 

En casa

Ya en casa junto a su padre, vieron la posibilidad de repotenciar el taller, mejorar el proceso, agilizar y optimizar la producción. En el camino decidieron participar en un concurso de innovación en la artesanía peruana, convocado por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, y ganaron el primer lugar.

“Compartir conocimientos y experiencias con mi padre es mágico”, asegura Fernando, que luego participó en un concurso en Colombia, que consistía en ilustrar una oración y mandar una fotografía. Uso la frase que usaba para jugar con sus sobrinos, que es “cierra los ojos y viaja donde nunca estuviste” y ganó.

“Casi siempre jugamos a eso. Con mis sobrinos, imaginamos cómo sería estar dormidos en la cola de un dinosaurio o abrazados a la luna. Me gusta pasar tiempo con ellos”, afirma.

Fernando es un ceramista, pero además fotógrafo, escritor y artesano. Un tío que prefiere pasar tiempo con sus sobrinos a preocuparse por lo cotidiano, pues asegura, sus ocurrencias le sirven de inspiración. “No soy escritor, pero si me gusta redactar textos sencillos que aportan a mi fase de creación”, asegura.

Proyectos

Actualmente tiene dos proyectos editoriales y un libro por publicarse donde usaron piezas de barro creadas por él.  “Pero el proyecto más importante, es producir un documental sobre artesanos. La artesanía no es valorada y no hay registro de las personas que la realizan, tal vez algunos murieron en el olvido y no sabemos nada de ellos y en algunos casos ni sus hijos siguen en el rubro de la artesanía y eso es triste”, afirma.

EL DATO

Arcillafer es la cuenta que Fernando Arce tiene en Instagram, donde comparte algunas de sus obras.

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