¿Qué impacto tienen los trastornos del neurodesarrollo?

Su falta de diagnóstico a una edad temprana, puede truncar el futuro de las personas y generar una carga social para el Estado

Los padres de familia, deben estar atentos ante cualquier manifestación de un posible trastorno del neurodesarrollo en sus niños.

Redacción

A nivel mundial, la Asociación Americana de Psiquiatría estima que, entre el 15% y 20% de niños, tiene algún trastorno del neurodesarrollo y, solo el 40% de casos, se detectan antes del periodo escolar.

Esta condición, deja en vulnerabilidad a estas personas; si no son diagnosticadas a tiempo y no reciben terapia, no solo tendrán problemas para integrarse a la sociedad, también podrían convertirse en una carga familiar y para el Estado. Pero, ¿qué son los trastornos del neurodesarrollo (TND) y por qué podrían truncar el futuro de quienes lo padecen?

Según la psicóloga y especialista en personas con discapacidad, Milagros Cahuana, se trata de un variado grupo de condiciones permanentes, que se caracterizan por evidenciar una alteración en el desarrollo neurológico de las personas.

De acuerdo a la literatura académica, la manifestación clínica de los TND, “pueden afectar a distintas áreas como la motora, la intelectual, la visual, la auditiva, la comunicativa y el lenguaje o a varias de ellas de manera simultánea”.

Es por ello que, ocasionan problemas de coordinación motora, de lenguaje, de interacción social, etc. y llegan a alterar la comprensión del entorno, según la también coordinadora del Diplomado en Intervención Psicoeducativa en Trastornos del Neurodesarrollo y del Aprendizaje, de la Universidad Católica San Pablo.

Así, este grupo de condiciones, de acuerdo a sus características, incluyen distintos diagnósticos: trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastorno del espectro autista (TEA), trastornos específicos del aprendizaje (dislexia, discalculia, etc.), discapacidad intelectual, trastornos de la comunicación y trastornos motores (trastorno del desarrollo de la coordinación, trastornos de tics, etc.).

Origen y causas

Los TND tienen un origen multicausal. Puede ser congénito si se desarrolla en las etapas prenatal y perinatal, es decir, si está relacionado al desarrollo neurológico durante la etapa de gestación y a las condiciones en que ocurre el nacimiento.

Milagros Cahuana, aclara que, si bien existen varias causas que propician los TDN, hay circunstancias que pueden predisponer su ocurrencia, como los factores congénitos de los padres o familiares; distintas causas prenatales, como el consumo de sustancias psicoactivas (estimulantes, depresores o alucinógenos), alcohol y drogas durante el embarazo.

Además, hay que tener atención a los cuadros de depresión y ansiedad que padece la gestante, así como las interacciones medicamentosas y el riesgo de aborto. De igual modo, causas perinatales, es decir, complicaciones durante el parto, como sufrimiento fetal, falta de oxigenación del cerebro del bebé, entre otros.

¿Cómo identificar los TND?

Para los padres de familia, identificar algunas manifestaciones de los TND en sus niños, no es tan sencillo; sin embargo, sí pueden percibir que ‘algo raro pasa’ o que no presentan un desarrollo normal, comparado con sus hermanos y otros niños. Es en ese momento en que se debe acudir al especialista para descartar o confirmar el diagnóstico.

Algunas señales que nos pueden ayudar a percibir si estamos ante un TDN son el rendimiento escolar inadecuado, problemas persistentes de conducta, socialización o motores, dificultades relacionadas al sueño e incluso intereses muy particulares.

En este contexto, lo importante es que los profesionales de la salud y de contexto educativo, sensibilicen a los padres de familia, para que ellos puedan evaluar a sus hijos sin miedo a que tenga o no un TND. “Es mejor descartar o recibir recomendaciones, para criar a los niños de manera adecuada”, advierte Cahuana.

¿Qué hacer?

Los TND al ser una condición permanente, requieren de una intervención —a cargo de varios especialistas— y de terapia para su manejo. Lo recomendable es empezar a una edad temprana y para ello se requiere el diagnóstico.

“Esta condición no limitará la calidad de vida de la persona, sino que, le tomará más esfuerzo que a la población regular. Esto se debe concientizar, para no hacerla sentir diferente de manera peyorativa”, explica Milagros Cahuana.

Así, en el caso de las dificultades para el aprendizaje, se tendría que usar otros métodos para enseñanza. Al final, de lo que se trata, es de “brindar herramientas a los niños y adolescentes con TDN, las cuales permitan que obtengan una autonomía de acuerdo a su edad, se integren a la sociedad y alcancen sus metas previstas”.

Lo que no se puede permitir, es que estas condiciones sean ignoradas por los padres de familia, porque en el mediano o largo plazo, se traducirán no solo en problemas de aprendizaje, sino que esto repercutirá en sus posibilidades de autonomía y acceso al ámbito laboral.

Como señala Milagros Cahuana, esta población es vulnerable y muchas veces requiere de intervención terapéutica, pero si el Estado o los padres de familia no pueden solventarlo, no se integrarán de manera adecuada a la sociedad. “Y esto se agravará más, cuando tengan necesidades económicas, lo cual podría ocasionar una carga social para el Estado”, advirtió.

Salir de la versión móvil