Patricia Gutiérrez Quispe
Neurocirujana y anatomopatóloga
Docente – UCSP
Juan tiene 65 años y fue diagnosticado con un tumor cerebral en noviembre de 2021. En ese momento había un ‘embalse’ de cirugías en espera en los hospitales de Arequipa, pues el grueso del sistema sanitario estaba dirigido a la atención de la pandemia por COVID-19; a junio de 2022, aún no tiene fecha para su cirugía. El ‘embalse’ continúa.
El cáncer es una enfermedad compleja, cuyo tratamiento requiere múltiples pasos e involucra a muchos actores médicos. Frecuentemente la cirugía es la primera etapa en su tratamiento, porque permite reducir o retirar la neoplasia, así como proporcionar tejido para un estudio anatomopatológico y definir el tipo, con ello determinar los medicamentos oncológicos que debe recibir el paciente y así controlar las células neoplásicas que puedan quedar.
La historia de Juan es la de muchos pacientes con este tipo de enfermedades, pero, ¿por qué tenemos este complejo panorama para estas personas?
Por un lado, estuvo la disminución de la oferta de atención asistencial, debido al cierre de establecimientos de salud primarios en la etapa inicial de la pandemia y el direccionamiento de los hospitales de alto nivel, hacia el cuidado de los pacientes con COVID-19, lo que redujo los servicios oncológicos quirúrgicos entre otros.
El temor de la población de acudir a los centros de salud para evitar un posible contagio de la pandemia fue otro de los factores, aún ante la presencia de fuertes indicios de un tumor. Este es el caso de María, una mujer de 55 años, que palpaba todos los días un ‘bulto’ que iba creciendo en su mama y que sabía —por su profesión vinculada a la salud— que eso no podía ser otra cosa que un cáncer.
La conjunción de todos esos factores dejó como resultado que ahora tengamos muchos pacientes en etapas avanzadas de enfermedades neoplásicas que, en la mayoría de casos, las medidas terapéuticas de control no tendrán un impacto significativo.
Similar al caso de Juan es el de Fernandito, un niño de 6 años con un tumor óseo, diagnosticado por radiografía hace 12 meses. Este pequeño, requiere ser operado para retirarle el tumor y permitir su tipificación, pero nada de ello fue posible porque los servicios médicos quirúrgicos estaban desplazados y trabajaban al mínimo. En la actualidad el ritmo de atención, no permite aún atender a todos los pacientes en espera.
En cuanto al manejo oncológico posterior a la cirugía y al diagnóstico, es decir, el tratamiento de quimioterapia y radioterapia, así como el control y seguimiento de los pacientes, cabe resaltar la gran labor de los servicios médicos de oncología que, en nuestra región, hicieron todo lo posible por funcionar en pro de sus pacientes y lo consiguieron en gran medida a pesar de las limitaciones.
Este panorama nos muestra una de las caras de esta pandemia que aún vivimos; una cara que refleja la tan mencionada precariedad de nuestro sistema de salud y que nos puso frente a una verdadera catástrofe humana.
En agosto de 2021 se promulgó en nuestro país, la Ley nacional del cáncer, con el objetivo de “garantizar la cobertura universal, gratuita y prioritaria de los servicios de salud para todos los pacientes oncológicos […]”. Más allá de la norma, urge el compromiso de todos los sectores involucrados para que esta ley se implemente, partiendo del complicado escenario que la pandemia va dejando.
Como corolario y mensaje de esperanza en medio de este escenario, está la imagen de miles de médicos, enfermeras, técnicos, personal de servicio y en general trabajadores del sector salud, que se brindaron a los demás, aún a riesgo de enfermar y tal vez morir… y lo siguen haciendo como manifestación de un compromiso asumido desde una vocación de servicio al otro.
* Los casos referidos son reales, los nombres han sido cambiados.