¡Un tributo al arequipeño en su día!

En los 480 años de fundación española de Arequipa renovemos nuestro juramento de fidelidad

Fotos: Heiner Aparicio Ojeda
Leyendas: Rolando Vilca Begazo

Arequipa cumple 480 años de fundación española en un contexto muy particular. Esta pandemia pasará y su eterno cielo azul nos hará recordar que no en vano se nace al pie de un volcán.

 

Hoy tal vez nos toque llorar a nuestros familiares y amigos que partieron, pero vendrán mejores tiempos y el repique de las campanas de nuestra Catedral sellará esos tristes recuerdos.

 

Que nuestra bandera de rojo carmesí sea el baluarte para defendernos de un nuevo enemigo, al que venceremos si nos mantenemos unidos y hermanados.

 

Arequipa es su patrimonio cultural, sus casonas y monumentos arquitectónicos, que permanecen imperecederos, gracias al tesón inquebrantable de su gente.

 

Pero Arequipa, no solo es su patrimonio monumental, es sobre todo su gente, que cada día sale adelante, porque tiene el coraje para sobreponerse a cualquier adversidad.

 

Entonces, rindamos tributo al arequipeño, al humilde trabajador del campo que se mantiene de pie y se aferra a su fuerza para cumplir con su faena diaria.

 

También rememoremos a la mujer trabajadora arequipeña que desde la campiña, la casa, la oficina, la empresa o donde se encuentre, sale a luchar cada día por su familia.

 

Y no olvidemos al trabajador más humilde, pero que ahora se convirtió en el más importante para luchar contra esta pandemia, siempre con ese distintivo de rojo carmesí.

 

En el corazón de esta urbe, en la campiña o en las afueras de la ciudad. Todos somos Arequipa, la esencia para preservar tu legado y la promesa para construir un futuro mejor.

 

Pero este tributo no se trata solo de enarbolar nuestro orgullo, sino de comprometernos por una gran causa: nuestro futuro; y para ello necesitamos del esfuerzo de todos.

 

Como reza aquella estrofa no cantada de nuestro himno, “hoy los hijos del Misti juremos lealtad a la tierra natal; nuestra vida valiente daremos defendiendo la luz de su ideal”.

 

Y por supuesto, no olvidemos nuestra fe católica, aquella que siempre alentó la esperanza y fortaleció el corazón para mantenernos aferrados a nuestros ideales justos y solidarios. Solo así muy pronto podremos superar este infeliz episodio. ¡Feliz día Arequipa!
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