El drama de las clases a distancia

En las zonas más pobres de Arequipa, a diario hay que vencer la adversidad para aprender

Fotos: Heiner Aparicio Ojeda.
Leyendas: Rolando Vilca Begazo.

 

El principal problema de los niños que viven en el sector El Cebollar (Paucarpata), es la conectividad. No tienen equipos con acceso a redes y la señal de Internet es muy débil.

 

Aldair tiene 12 años y está en primero de secundaria, él espera su turno para usar el celular de su madre y desarrollar sus clases.

 

A diario, madres e hijos caminan largos tramos, para tener mejor señal y así descargar las clases del día.

 

Los padres apoyan y supervisan para que los estudiantes puedan realizar sus labores. Muchos de ellos extrañan el colegio porque allí “aprendían solos”.

 

De regreso a casa, Aldair procede a realizar las tareas dejadas por los docentes.

 

Después de culminar sus labores, Aldair tiene que ayudar a sus hermanitos que esperan el celular para cumplir con sus deberes escolares.

 

Luana tiene 10 años y le gusta la danza, es muy cumplida con sus tareas y disfruta aprender.

 

En ocasiones, es difícil entender las tareas, más aún sin la explicación del docente, pero los niños se esfuerzan por hacerlo.

 

Estos menores también tienen que luchar con la pobreza y falta de comodidad para aprender, pero ellos siguen adelante.

 

“En el cerro es mejor la señal del celular”, nos cuenta Luana, que sube día a día para que pueda ver qué tareas tiene.

 

A pesar de estas adversidades, los niños esperan que lleguen las tablets prometidas por el Gobierno. Solo así valdría la pena el sacrificio de compartir el celular para estudiar.
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