Orientar la curiosidad de nuestros hijos

Poco a poco debemos orientar ese sano deseo de saber qué es la vida y cuál es el sentido de la existencia.

Jorge Pacheco Tejada
Educador

Los niños son curiosos. ¿Quién no lo ha notado, especialmente, cuando los vemos en la edad de los ‘porqués’? Perciben cosas que no entienden, y preguntan. Lo primero que debemos enseñar a nuestros hijos frente a la curiosidad es que esta puede ser buena o mala.

Será buena si está precedida del deseo de saber algo que se desconoce y resulta positivo para el aprendizaje; si ayuda a crecer, desarrollarse y tener más autonomía. También si resulta contemplativa y ayuda al niño a alcanzar una mejor comprensión de su entorno.

Existen otras curiosidades, en cambio, que no son buenas, como aquellas que llevan al niño por lugares que eventualmente echan a perder a las personas. Así, debemos tener cuidado de orientar a nuestros hijos acerca de cómo se enfrentan al mundo virtual, con teléfonos móviles y otro tipo de aparatos: los niños van allí y tienen curiosidad por encontrar y ver muchas cosas malas que perjudican su salud moral y psicológica.

Deseo de saber

Tenemos que ayudar a los niños a distinguir, desde pequeños, que el deseo de saber no es el deseo de simple curiosidad, y que a veces terminan siendo prisioneros de esas ‘curiosidades malsanas’.

Los padres de familia debemos saber orientar esa curiosidad natural de nuestros hijos para que se planteen la necesidad de descubrir ‘la gran certeza’. Es decir, ese sano deseo de saber qué es la vida, cuál es el sentido de la existencia, quién es Dios y qué importante puede ser en mi vida, etc.

Entonces, este diálogo entre la curiosidad humana y la certeza debe ayudarnos a buscar las grandes verdades que orienten a nuestros hijos a lo largo de su existencia. Estas verdades son como una luz que nos guía hacia la verdadera felicidad.

Creatividad

No hay mayor libertad que la de aquellos que se dejan guiar por el Espíritu, y por lo tanto son iluminados y guiados por Dios. En esta época, en la que resulta difícil que los niños y jóvenes busquen las grandes certezas de la vida, debemos ser muy creativos.

La creatividad es gratuita y no es un don solamente del artista. Se ejerce en todos los dominios. Los papás tenemos que ser creativos en la educación de nuestros hijos.

No olvidemos que la verdadera creatividad viene de Dios. Él es el Creador y ha dado a sus criaturas la capacidad de la creatividad. Pidámosle creatividad y pongámosla al servicio de los desafíos del mundo de hoy y, sobre todo, al servicio del gran desafío de educar a nuestros hijos.

Salir de la versión móvil