¿Cómo ser personas de buena voluntad?

Jorge Pacheco Tejada
Educador

La Navidad celebra la presencia de Dios en el mundo. Un Dios que se hace hombre para darnos otra perspectiva de la vida. Nos despierta la esperanza de un mundo nuevo: más humano, más fraterno, más solidario. La comprensión de esta nueva dimensión alcanza a los hombres de buena voluntad. Eso es lo que ocurrió en Belén y lo que ocurre ahora. Fue la señal que se escuchó en medio del silencio de la noche. “Paz a los hombres de buena voluntad”. Pero ¿qué se entiende por eso de personas de buena voluntad?

¿Solo voluntad?

Para el filósofo Immanuel Kant, la buena voluntad está determinada por la intención de quien realiza los actos, independientemente de si el resultado es positivo o perjudicial. Nuestra conciencia moral, según Kant, nos indica cuáles son nuestros deberes, y si orientamos hacia ellos nuestras conductas, nuestra voluntad será buena. La voluntad alude a la intención con que se realizan las acciones, que en este caso está orientada al bien.

Todo acto voluntario es consciente y de libre elección, pero puede esconder el deseo o la determinación de hacer daño, o de no ayudar, a sí mismo o a terceros, y entonces no se tratará de buena, sino de mala voluntad.

Mirar a Dios

En el cristianismo la buena voluntad se refiere a la voluntad de Dios y sus buenas intenciones para con sus criaturas. Los hombres que aceptan llevar a cabo su plan e inclinan sus acciones hacia ello son los que poseen buena voluntad.

La buena voluntad en san Agustín está referida a quien ama el bien, por eso el hombre de buena voluntad es justo y, por tanto, feliz; porque solo una persona justa puede ser feliz. La felicidad solo puede nacer de la bondad, de la buena voluntad. No es fácil ser un hombre de buena voluntad y esto debido a nuestra naturaleza débil, fragmentada por el pecado; sin embargo, Dios nos conoce y, sobre todo, nos ama, y es por ello que continuamente nos ofrece su amor y su perdón.

Educación

La Navidad debe ser el motivo y la circunstancia para decidir ser hombres y mujeres de buena voluntad. Asimismo, para educar a nuestros hijos con la determinación de que lleguen a ser también personas de buena voluntad, que aspiren a ser rectos en sus propósitos; sanos en su actuar, sin mala intención ni intereses torcidos; transparentes y honestos, como los pastores o los Reyes Magos.

Para ser hombres de buena voluntad no interesa ni la posición económica ni la preparación intelectual o académica. Podemos ser pastores o reyes; lo que se nos pide, para entender la grandeza de la Navidad, es que seamos gente de buena voluntad.

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