¿Cómo educar en la diferencia sexual?

Por: Jorge Pacheco Tejada
Educador

La moda, hace varios años, introdujo la idea “unisex” de modo que sin darnos cuenta se fueron emparejando las diferencias. Sobre este tema se ha referido de manera extensa el Papa Francisco en sus catequesis dominicales del 15 y 22 de abril del 2015, cuando hablando sobre la familia, destacó que el gran don que Dios hizo a la humanidad es la creación del hombre y de la mujer. Hizo referencia a la diferencia y complementariedad entre el hombre y la mujer.

La diferencia sexual está presente en muchas formas de vida, en la larga serie de seres vivos. Pero sólo en el hombre y en la mujer esa diferencia lleva en sí la imagen y la semejanza de Dios: Dirá el Papa: “El hombre y la mujer no sólo en su individualidad son semejanza de Dios, sino que como pareja son también imagen de Dios”.

El “género”

La diferencia entre hombre y mujer no es para la contraposición o la subordinación, sino para la comunión. Para conocerse bien y crecer armónicamente, el ser humano necesita de la reciprocidad entre ambos y cuando esta no se da, se ven las consecuencias.

La cultura contemporánea ha abierto nuevos espacios, nuevas libertades y nuevas profundidades para enriquecer la comprensión de esta diferencia. Pero también ha introducido muchas dudas y mucho escepticismo. El Papa se pregunta a este respecto si la llamada teoría de género no será también la expresión de una frustración y de una resignación, orientada a anular la diferencia sexual porque mucha gente ya no sabe relacionarse con esa diferencia.

Matrimonio

Francisco apunta a dar soluciones. Para resolver los problemas de relación dice: “Lo que el hombre y la mujer deben hacer es hablar más entre ellos, escucharse más, conocerse más, quererse más. Deben tratarse con respeto y cooperar con amistad. Con estas bases humanas, sostenidas por la gracia de Dios, es posible proyectar la unión matrimonial y familiar para toda la vida”.

Recordemos que el vínculo matrimonial y familiar es algo serio, y lo es para todos, no sólo para los creyentes. Casi en actitud profética agrega: “Dios confió la tierra a la alianza del hombre y la mujer: su fracaso aridece el mundo de los afectos y oscurece el cielo de la esperanza. Las señales ya son preocupantes y las vemos”.

Anular la diferencia y la riqueza de la complementariedad entre hombre y mujer es ciertamente una perdida para todos. ¡Tenemos que devolver el honor debido al matrimonio y a la familia! Enseñemos con claridad y respeto estas cosas a nuestros hijos. Para despertar en ellos el anhelo de felicidad verdadera.

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