¿Cómo blindar a nuestros hijos contra la corrupción?

Hagamos el esfuerzo de dejar hijos honestos que forjen un mejor país.

Jorge Pacheco Tejada
Educador

Toda libertad empieza por la aceptación de un compromiso. Cuando, por ejemplo, los peruanos nos comprometimos a ser una nación libre e independiente, asumimos las responsabilidades que de esa elección se derivaron.

Lo anterior contradice la generalizada y absurda idea que la libertad es “hacer lo que me venga en gana” o tener la capacidad de vivir “sin compromisos”. La libertad implica tomar decisiones responsables y tener disciplina para sostenerlas. Sobre todo cuando esas decisiones tienen que ver con el respeto a los derechos de los demás.

Hoy, que vivimos un contexto complicado, en el que la deshonestidad parece imperar en todos los niveles de nuestra realidad nacional, es urgente que encontremos en la educación de la libertad un camino para que nuestros hijos sepan enfrentar la corrupción.

Una libertad madura

Ser libres es forjar, con el tiempo, un comportamiento orientado al bien y una conciencia dirigida hacia la verdad. Padres y maestros debemos brindar una educación para la libertad, teniendo en cuenta que esta crece y madura solamente si se convierte en la posibilidad de elegir el camino que nos hace mejores seres humanos.

Para ello, es necesario enseñarles a pasar del egocentrismo a la solidaridad. El corrupto solo piensa en sí mismo, en sus propios intereses, en las ventajas que puede sacar de su cargo o su función, sin importar las necesidades de los demás.

También, es urgente enseñar a nuestros hijos a pasar de la comodidad al compromiso. El corrupto, si ejerce cargos públicos, se olvida de su vocación de servicio, decide en función de lo que le conviene, de lo que le resulta más cómodo y se olvida del compromiso de servicio al bien común.

Otra tarea importante es lograr que los niños transiten de los deseos e instintos al universo de valores. La corrupción es señal de ausencia de valores, de una conciencia laxa; es señal de que no se piensa en las consecuencias y que, por lo tanto, la ética y los valores están ausentes.

Finalmente, es necesario pasar de la corrupción a la actuación honesta. Por ello, para dejar las acciones corruptas, debemos tener muy presente el valor de la honestidad, que se deriva de la idea clara de lo que es el bien y la verdad.

Hablar claro

Los acontecimientos últimos han puesto en evidencia la gran lacra de nuestra sociedad peruana: la corrupción. Acerca de ella hay que hablar claro siempre. Es bueno que los hijos sepan que esta surge de la avaricia del poder, del tener y del placer, al punto que inhibe el autocontrol, y sabemos que el que no tiene control de sí mismo no es libre, pues obedece a sus vicios, pasiones y caprichos.

Familia y escuela, unamos esfuerzos para educar a nuestros hijos en la auténtica libertad, que es hacer lo que debemos hacer.

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