Nuevo Currículo Nacional de Educación abunda en adoctrinamiento ideológico

Javier Gutiérrez Fernández–Cuervo
Filósofo

¿Qué sucede con el nuevo Currículo Nacional de la Educación Básica 2017? ¿Por qué tanto revuelo? Una manifestación el Día de la No Violencia Contra la Mujer en la Plaza de Armas, declaraciones de Monseñor Javier del Río al respecto, plantones en Lima frente al Ministerio de Educación (Minedu) y recolecciones de firmas en contra del documento.

¿Qué es lo que ha generado tantas molestias? ¿Por qué la gente está reaccionando en contra de un plan educativo que, supuestamente, favorece los valores y el avance tecnológico?

Lo que el Arzobispo de Arequipa señaló es que este currículo deja de lado valores fundamentales como la realidad biológica de la persona en cuanto a su propia naturaleza, que lo definen como varón o como mujer. Introduce, añadió, la llamada ‘ideología de género’ que rechaza la contextura biológica del ser humano y coloca a la sexualidad como si fuera una construcción de la persona, dándole libertad de construir el género. Y, en el fondo, promueve la homosexualidad.

¿Es posible inferir todo esto del nuevo currículo? Para entender una política y su implementación en acto no debemos ceñirnos exclusivamente a las palabras escritas con tinta, sino, sobre todo, a las posiciones de los agentes políticos que las escriben y a sus declaraciones al respecto. Por eso, veamos lo que dice el texto en sí y las declaraciones referidas:

El documento

En la página 16 del nuevo Currículo se declara que “si bien aquello que consideramos ‘femenino’ o ‘masculino’ se basa en una diferencia biológica-sexual, estas son nociones que vamos construyendo día a día, en nuestras interacciones”.

Aquí saltan todas las alarmas. ¿La noción de femenino y masculino se va construyendo día a día? Esto es, básicamente, la formalización textual de la premisa básica sobre la que opera toda la ideología de género.

Es tan absurdo como si nos encontrásemos a unos padres en una ecografía y le preguntasen al doctor: “¿Es niño o niña?” Y este les respondiese: “Habrá que esperar a que sepa hablar y escribir para que pueda resolver su primer test de género”.
El ser hombre o mujer no es una construcción, es un dato real y objetivo que está patente en cada una de nuestras células: o XX o XY.

La funcionaria

Pero más problemática aun es la respuesta que da al respecto Cecilia Ramírez, del Ministerio de Educación: “El nuevo currículo escolar no está enfocado en la ideología de género, sino en la igualdad de género que es respetar a las personas, las cuales, independientemente de su identidad de género, tienen los mismos deberes, derechos y oportunidades”.

Dice “identidad de género”. Teniendo en cuenta que este término lo acuñó la ideología de la que se quiere desvincular, la declaración es tan absurda como decir: “No, aquí no tenemos nada que ver con Disney ¿verdad, Mickey Mouse?”.

Según la ideología de género, la sexualidad de las personas no se rige por su dato biológico, sino por lo que cada uno considere oportuno. Por mucho que toda mi naturaleza me diga que soy hombre, si yo no me “identifico” con eso y adopto una “identidad de género” diversa, eso es lo que prima. Puedo ser una mujer, medio hombre y medio mujer, indefinido, hombre-gato, burro y todo lo que se me ocurra.

El ministro

Finalmente, el mismo ministro declaró: “Queremos que nuestros chicos interioricen la igualdad de género”. Aquí ya se cayeron todas las máscaras posibles. Lo que quiere el Minedu es adoctrinar a los niños peruanos en una igualdad de género que consiste en decir que da exactamente igual lo que tú creas que eres, que está bien si te consideras una cosa u otra, que está bien si te atraen los hombres, las mujeres o lo que se te antoje, que no hay problema con la homosexualidad, la bisexualidad o quizás incluso con la zoofilia, que es adonde vemos que se encaminan estas lógicas en los países donde ya se han implantado.

Sinceramente, está muy bien si el señor ministro piensa así. Es su derecho a opinar como cualquier ciudadano. Sin embargo, la inmensa mayoría de la población peruana no está de acuerdo con esa visión cuanto menos polémica y que en algunos países donde reinó hace años, hoy está retrocediendo. No es una cuestión religiosa, se trata de cierto criterio democrático.

Es absolutamente lícita, y digna del apoyo general, la crítica a una reforma educativa que no contempla el derecho de los padres a escoger la educación de sus hijos; pues implanta de manera global, en todos los colegios públicos y privados, una mirada parcial. Tampoco existirá el derecho de las instituciones a educar en base a sus principios institucionales, si estos se oponen a la ideología de género. Tampoco los profesores tendrán derecho a decir algo que es opuesto a la visión que el Estado adopta. Eso no es democracia ni educación. Es imposición y adoctrinamiento.

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