Los desafíos de Idel Vexler

La confianza es un valor que debe vivirse en la escuela.

Jorge Pacheco Tejada
Educador

En un artículo publicado a propósito del nombramiento de Idel Vexler como ministro de Educación, Gonzalo Alegría, doctor en Economía Aplicada a la Investigación y profesor en CENTRUM Católica, recordó algunos de los desafíos que debemos afrontar para tener una mejor educación.

La inversión

Uno de los primeros desafíos señalados por el especialista es el de la inversión en educación. “Bolivia invierte un 6 % de su PBI anual; Colombia, 7 %; y muchos países a nuestro alrededor están en 5 %. [En nuestro caso] la famosa subida, que íbamos a incrementar en 1 % anual el PBI en educación, se quedó estancada en el tiempo de Ollanta Humala”.

Quiere decir que no invertimos en educación en un contexto donde un sexto de las escuelas públicas en el Perú carece de servicios básicos como agua o luz, o no tienen baño público.

Alegría sostiene que, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al Perú le costaría 21 % de su PBI implementar todas las mejoras que sus escuelas públicas necesitan a nivel nacional. “Eso quiere decir que, en un año, la quinta parte de nuestros recursos iría para subsanar estas graves deficiencias”, comenta.

Las mismas necesidades

Hemos cambiado de ministro, pero no de necesidades. Por ello, la política educativa de esta nueva gestión tiene que seguir girando en torno a tres puntos clave: mejorar la inversión pública, impulsar el desarrollo docente con base en los méritos y garantizar el aprendizaje de los alumnos.

La mejora de la inversión pública no requiere sino de la decisión del Gobierno, apoyada convenientemente por el Legislativo para lograr el incremento en el presupuesto, hasta nivelarnos con los demás países de la región.

El impulso al desarrollo docente con base en méritos requiere de una política bien consensuada para revalorar la carrera del maestro y garantizar una adecuada evaluación que permita impulsar su desarrollo profesional.

Pero el reto más grande que tiene la escuela es garantizar el aprendizaje de los alumnos; prepararlos para tomar decisiones éticas, para diferenciar la verdad de la mentira. Hay, pues, un trabajo grande y tenemos que hacerlo bien. Hoy, no se trata de brindar información, sino de enseñarles a buscarla y a usarla bien.

Una buena educación es la garantía de que los alumnos contribuyan a su comunidad, como ciudadanos activamente involucrados para vivir en paz y democracia; para ello deben crecer en lo físico, lo espiritual, lo emocional y lo psicológico, y las familias deben ser capaces de apoyar en este crecimiento.

En coyunturas difíciles para la educación es cuando se requiere fortalecer la esperanza y la ilusión por aportar lo mejor de nosotros mismos para lograr que estos retos —que la realidad educativa peruana nos pone a cada uno desde su rol— se conviertan en una feliz realidad.

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