¿Por qué nos gobierna tanto sinvergüenza?

Renato Sumaria Del Campo
Periodista

Varios amigos, durante varias elecciones regionales y municipales, me han dicho esto: “Yo voto por quien tú me digas”. O me han buscado un día antes de las elecciones para preguntarme por el más decente de los postulantes. Otros me llamaban por teléfono mientras estaban en la fila para llegar a sus mesas de sufragio, queriendo saber qué marcar. Estas líneas van dedicadas a ellos, buscando adelantarles una respuesta.

En realidad, en este proceso, vota por quien quieras sabiendo que ningún postulante, al menos al Gobierno regional y a la municipalidad provincial, exhibe los planes de gobierno y las credenciales personales para atender los desafíos de Arequipa. Lo relevante, hoy, no pasa por la persona a quien le des tu voto, sino por el compromiso que hagas para vigilar el trabajo de quien resulte elegido.

Porque, no sé si tengas la misma sensación que yo, pero de los que ocupan cargos municipales y regionales, la mayoría son unos sinvergüenzas que hacen lo que les encaja.
¿Y por qué nos gobierna tanto sinvergüenza? No solo porque nunca les ha pasado nada (el Poder Judicial y el Ministerio Público, en este caso, son ceros a la izquierda), sino porque, como ciudadanos, lo hemos permitido.

Lo anterior ha ocurrido, entre otras cosas, porque la sociedad arequipeña, específicamente la clase media, ha claudicado del compromiso con su ciudad para convertirse en una asalariada del libre mercado. Le importan más los cobros de membresía de su tarjeta de crédito que la pista en mal estado, el caos en el tráfico o el comercio ambulatorio.

Duerme plácidamente en los brazos del crecimiento. Espera que el cobre resuelva todos sus problemas. Ha identificado en el inmigrante a su enemigo y no en el alcalde corrupto que contrata con una misma empresa todas sus obras.

En esto no hemos estado solos, por cierto. Nuestras instituciones han acompañado este fracaso ciudadano, ya sea desde su silencio, ya sea desde mecanismos como congresos, agendas, acuerdos y demás, que o nunca tocan temas relevantes o cuando lo hacen generan iniciativas que sucumben ante el miedo de comerse pleitos con autoridades irresponsables, con vistas al bien común.

Necesitamos una reacción general que nos permita ver el caos en el que vivimos. Arequipa es una ciudad sobrediagnosticada por sus instituciones y abandonada por sus ciudadanos, eso ha dado paso al caos y al desgobierno. Aprovechemos el impulso electoral para construir un compromiso permanente con la ciudad.

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