La urgencia por renovar los laureles de ayer

Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo

La Ciudad Blanca llega a su 485.° aniversario de fundación española. Arequipa celebra la valiosa contribución de muchos de sus hijos a la historia de la ciudad y del país. Para empezar, fue con un arequipeño como Francisco Luna Pizarro, quien presidió el Congreso Constituyente de 1822, que se inició la historia republicana del Perú.

Asimismo, tras la fundación de la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA) y del Colegio Independencia Americana por iniciativa de Simón Bolívar, fue Juan Gualberto “Deán” Valdivia quien se encargó de dirigir los primeros pasos de estas instituciones tan relevantes para el desarrollo de la región.

Durante la Guerra del Pacífico, otro arequipeño asumió los destinos del país al convertirse en presidente “mártir”. Nos referimos a Francisco García-Calderón Landa, quien llegó a la presidencia del Perú durante la ocupación chilena, en el breve periodo del “Gobierno de La Magdalena”. Al negarse a entregar territorio nacional, como condición para alcanzar un tratado de paz con Chile, fue trasladado a Santiago, donde se intentó presionarlo para que aceptara las demandas chilenas. El Tratado de Ancón, que prefiguraría el regreso de Tacna a manos peruanas, fue un buen resultado en tan magras circunstancias.

En el siglo XX, a los personajes anteriores se suman nombres como el de Francisco Mostajo, quien destacó dentro de la tradición jurídica de Arequipa y por la fundación del Partido Liberal. De igual modo, José Luis Bustamante y Rivero junto a Víctor Andrés Belaúnde, quienes constituyeron el partido político Democracia Cristiana. Ambos llegaron hasta las más altas cúspides de la arquitectura del nuevo orden internacional tras la II Guerra Mundial: Bustamante y Rivero presidió la Corte Internacional de Justicia de La Haya, y Belaúnde fue presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York (EE.UU.).

Ahora, la gran pregunta es: ¿quiénes estarán dispuestos y a la altura de renovar los laureles de ayer? La ciudad y la región los necesitan. La historia los reclama. ¡Viva Arequipa!

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