Frente al coronavirus, ¿Cómo debería responder la ciencia?

Saúl Pérez Montaño
Docente UCSP

¿Qué ha cambiado en los últimos 180 años, en cuanto al manejo de las epidemias? Casi nada. Entre 1830 y 1840 la epidemia del cólera en Europa nos llevó a una nueva era de epidemias globales. Las naciones reconocieron que las infecciones no se detienen en las fronteras y que solo la colaboración permite proteger a sus ciudadanos de las pandemias. Ahora, con todos los avances científicos, la respuesta es la misma: cuarentena y colaboración social.

A pesar de conocer los patrones de las enfermedades y su efecto en poblaciones humanas, la implementación de protocolos para su control y las políticas de salud no variaron mucho en los últimos 100 años. Necesitamos aprender mucho y responder mejor cuando una epidemia como el COVID-19 aparece, dando el mayor esfuerzo desde la ciencia.

Técnicas modernas como difracción de rayos X y microscopia electrónica, revelan con detalle la estructura de los virus y los anticuerpos, por lo tanto, permite identificar sus lugares específicos y vulnerables.

Las migraciones constantes alrededor del mundo, el rápido crecimiento de la población mundial, la urbanización, deforestación, el transporte y movimiento global, el cambio climático y la inestabilidad política tienen un efecto fundamental en el desarrollo de infecciones y no se puede predecir su impacto. Pero existen tres áreas de investigación no tradicionales que pueden ayudarnos a resolver la emergencia actual.

La inteligencia artificial (IA) 

Los avances en computación, modelamiento y predicción están presentes en todas las áreas de la ciencia, tecnología y comportamiento de la sociedad. Su efectividad se observó en China, donde usaron aplicativos y evaluaron a las personas que estuvieron en contacto con pacientes del COVID-19, para la detección temprana de la epidemia en Corea del Sur. 

La IA no solo puede ser usada para el seguimiento, su uso es amplio.  La medicina de precisión, por ejemplo, usa la secuenciación genómica para escoger el mejor tratamiento para cada persona, el machine learning (aprendizaje de máquina) permite trazar correctamente el tiempo y definir las regiones riesgosas de transmisión de la epidemia a partir de los datos.

Química del estado sólido o cristalografía

Técnicas modernas como difracción de rayos X y microscopia electrónica, revelan con detalle la estructura de los virus y los anticuerpos, por lo tanto, permite identificar sus lugares específicos y vulnerables. La cristalografía nos brinda información precisa de la orientación del virus, su simetría e información genómica o como sus grupos funcionales están distribuidos. 

Estudios previos demostraron que las técnicas para identificar un anticuerpo, usando modelamiento de imagen computacional, muestra espacios vulnerables donde las drogas y anticuerpos pueden tener un mayor efecto, abriendo nuevas oportunidades para probar y modificar los diferentes compuestos químicos. Debemos recordar que esta técnica fue usada con mucho éxito para explicar la estructura del ADN.

Hemos ignorado que compartimos un solo planeta, por lo tanto la especie humana, los animales, el sistema ecológico y la salud están de alguna manera interconectados. Los estudios no pueden tener en cuenta solo un factor.

Plataformas tecnológicas de vacunas

Uno de los desafíos es el tiempo en el cual pueden aplicarse. Hay un tema comercial que debe ser superado y las regulaciones que estos necesitan (el tiempo para probar un medicamento requiere entre 12 a 18 meses) para garantizar que no tendrán efectos adversos. Estas plataformas tecnológicas tienen que regularse correctamente y con procedimientos estandarizados, donde se optimice la organización, velocidad y desarrollo de las vacunas en estudio. Estas deben tener el potencial de proveerlas en el tiempo más corto después de aparecido el organismo patógeno, en meses en lugar de años.

Hemos ignorado que compartimos un solo planeta, por lo tanto la especie humana, los animales, el sistema ecológico y la salud están de alguna manera interconectados. Los estudios no pueden tener en cuenta solo un factor. Cambios en el clima, ya sea por razones antropológicas o naturales, la relación entre el patógeno, el vector y hospedero es muy compleja, por lo que la emergencia es muy difícil de predecir. Ahora mismo desconocemos el origen del coronavirus.

El COVID-19 nos debe llevar a replantear nuestras medidas de prevención. Los investigadores debemos trabajar en forma conjunta siendo rigurosos en las definiciones, prácticas y con mucha ética, integrar herramientas y metodologías de las diferentes disciplinas para proteger la vida de nuestros semejantes sin importar las circunstancias.

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