Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
Keiko Fujimori lo volvió a hacer. Su cuarta postulación a la Presidencia del Perú fue confirmada días atrás sin sorpresa alguna, pero con un efecto inmediato: alivio entre sus futuros rivales. En un escenario polarizado, enfrentarse a ella en segunda vuelta sigue siendo, para muchos, la garantía más segura de victoria.
La hija de Alberto Fujimori inicia esta nueva contienda con un respiro judicial. El Tribunal Constitucional archivó el llamado “caso cócteles” que la comprometía, decisión que incluso ha generado una investigación interna en el Ministerio Público contra el fiscal José Domingo Pérez. Sin embargo, la líder de Fuerza Popular aún no puede cantar victoria: sigue pendiente el proceso por presunta organización criminal, impulsado por la fiscal Delia Espinoza antes de su suspensión por la Junta Nacional de Justicia, en contra de su partido.
El mapa de la derecha empieza a definirse con rapidez. Renovación Popular volverá a apostar por Rafael López Aliaga, mientras que Avanza País parece inclinarse por el mediático Phillip Butters. Con Keiko ya en carrera, la competencia por el electorado conservador promete ser feroz.
En la izquierda, en cambio, reina la dispersión. Martín Vizcarra intenta forzar su regreso pese a su inhabilitación para ejercer algún cargo público; Alfonso López Chau y Vicente Alanoca no logran despegar, y Pedro Castillo insiste en presentar lista de candidatos desde prisión. El golpe más duro provino de la condena por terrorismo a Guillermo Bermejo, la primera por este delito en años.
El desenlace es incierto, pero los escenarios son familiares. Un balotaje entre dos candidatos de derecha —como en 2016 entre PPK y Keiko— es perfectamente posible. Y si la izquierda logra superar su atomización y enfrenta a Fujimori, el país podría revivir el guion de 2021: el antifujimorismo como última coalición electoral del Perú.











Discusión sobre el post