Kelly Castillo Mamani
“Nunca hemos pedido dinero, lo único que queremos es que nos dejen hacer nuestro trabajo”, dice César Rodríguez Camargo, presidente de la Asociación de Teatristas de Arequipa (ATEA), cuando le preguntamos qué necesitan para revertir la situación complicada por la que atraviesa el teatro en la ciudad y los artistas dedicados a las artes escénicas.
Por la pandemia del coronavirus y las restricciones impuestas, algunas casas culturales cerraron, no hubo ningún estreno en más de un año y medio, y los artistas (especialmente aquellos que vivían directamente del teatro), hoy hacen malabares para subsistir.
La ATEA está conformada por 200 socios y según Rodríguez Camargo, alrededor de 45% vivía exclusivamente del teatro; actores, directores, profesores que enseñaban en colegios y universidades, entre otros.
“Estas personas están haciendo dos cosas: Algunos migraron a la virtualidad o audiovisuales, brindando talleres o clases por Zoom u otras aplicaciones y otros, buscado sustento, fueron a otros rubros como la venta de mascarillas u otras cosas”, dice Rodríguez Camargo.
Una de las casas culturales que tuvo que cerrar fue Gallito de Papel, que funcionaba en la Casa de Melgar (Melgar 408) en el Cercado. El grupo teatral se fundó en 2017 y en febrero de 2018 alquiló el local, tenían cuatro funciones al mes como mínimo y realizaban talleres todo el año, que era su principal fuente de ingresos. Pero cuando llegó la cuarentena, solo pudieron mantener la casona dos meses y luego tuvieron que entregarla.
Uno de los directores, Alexander Silva, al verse sin trabajo, regresó a su natal Cusco y Pedro Herrera, otro de los directores, optó por otras alternativas de trabajo como la terapia holística.
“La situación era complicada e insustentable. Gracias a la Municipalidad Provincial de Arequipa, recibimos una canasta que nos permitió vivir por un tiempo, pero aún es complicado”, afirma Pedro, docente de teatro y fundador de la casa cultural.
En este grupo teatral trabajaban siete personas —directamente— y casi 20 jóvenes frecuentaban la casa con regularidad, estimulados por las artes escénicas. Todo ese movimiento paró.
“Es difícil no tener cerca a la gente. El teatro era un espacio íntimo donde podías ver a las personas cara a cara, donde podías jugar con el público, sentir su emoción y energía”, dice Pedro.
Boom teatral
Desde 2015, el teatro resurgió en Arequipa con la aparición de más grupos y más casas teatrales independientes. Hubo más actividad escénica y talleres formativos. Se estima que antes de la pandemia, se estrenaban más de 50 obras al año, pero hoy el movimiento “se estancó”, en perjuicio de los artistas y del público que empezaba a frecuentar más las salas, atraídos por el drama, las risas, la acción de las obras y toda la magia que solo el teatro puede lograr.
Rodríguez Camargo, aclara que en Arequipa, el rubro teatral —históricamente— es producto de la iniciativa independiente, ya que no reciben mayor apoyo del Gobierno. No hay leyes que se ajusten a su realidad y todo el esfuerzo teatral se realiza con el dinero de los mismos artistas, incluso desde su formación, ya que no hay una universidad pública donde enseñen artes escénicas, afirma.
Auxilio temporal
Este año, solo algunos grupos culturales recibieron un presupuesto del Ministerio de Cultura para desarrollar algunos proyectos, pero no es suficiente y acceder a ellos es complicado, comenta el presidente de la ATEA.
Teatro Umbral (Moral 115) fue uno de los que recibió este apoyo, permitiendo conservar su sala (pagar el alquiler) y reactivarse dictando talleres de dramaturgia, danza, entre otros, de manera presencial y cumpliendo los protocolos de bioseguridad con el aforo reducido.
El grupo (por iniciativa propia) también migró a los audiovisuales, creando Umbral TV, que se transmite de forma virtual y donde se realizan entrevistas culturales, entrevistas a actores, se habla un poco de cine y también tienen presentaciones a distancia para niños.
Su sala de teatro (equipada y con 90 butacas) ya no recibe público cada fin de semana como antes, pero el director Hugo Riveros Morales, afirma que el aporte económico temporal les ha permitido subsistir y soportar un poco mejor la marea alta, sin embargo, el fondo económico solo es hasta junio y luego volverán a la incertidumbre.
El panorama aún es incierto para el movimiento teatral pues continúa siendo rehén de los vaivenes de la pandemia y las restricciones. Esperan que cuando pase la misma, recuperen paulatinamente esta actividad.
Hugo Riveros, considera que el teatro en Arequipa no morirá y esta situación, ha permitido a varios reinventarse y ser creativos. Ciertos grupos han desarrollado nuevas propuestas en vídeo y formatos virtuales; otros han mejorado su formación accediendo a cursos virtuales con actores de otros países, entre otros.
EL DATO
En Arequipa, grupos como Calapata Teatro y la Asociación Cultural Teatrando, siguen activas con otras alternativas virtuales. Algunos hicieron funciones al aire libre, cuando el nivel de alerta por la pandemia bajó y las autoridades lo permitieron.