Deysi Pari
En Puno, las celebraciones navideñas se expresan también a través de la danza. Una tradición muy arraigada, declarada Patrimonio Cultural de la Nación, es la festividad de la Octava del Niño Jesús, en la provincia de Azángaro.
Hace dos semanas, este evento fue presentado oficialmente en Puno con todo un programa de actividades que incluyó una misa y una exhibición de danzas –morenada, diablada, tinkus, zampoñadas y caporales– a cargo de más de 20 conjuntos.
Esta festividad se desarrolla después de la Navidad, del 30 de diciembre al 6 de enero y rinde homenaje a la imagen del Machu Niño o Niño Grande. Esta imagen está custodiada en la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, que es el santuario principal de Azángaro, también conocido como el Templo de Oro.
De acuerdo al Ministerio de Cultura, esta festividad se remonta a las primeras décadas del siglo XX, cuando las agrupaciones de música y danza celebraban la Navidad venerando la imagen del Niño Jesús. El 26 de diciembre salían del templo hacia la capilla Virgen de Copacabana, que está localizada en el cerro Choquechambi. Las agrupaciones y comparsas estaban compuestas por familiares y destacaban los Champakanchas y Munaypata Rosaspata.
Sin embargo, fue cambiando con el tiempo. A mediados del siglo XX, el azangarino Justo Zambrano y su esposa Pastora Ñaupa se convirtieron en alferados de la fiesta. Zambrano, quien era carpintero, tuvo que postergar la celebración hasta Año Nuevo, debido a que debía entregar un trabajo. La familia mantuvo esta nueva fecha al siguiente año y formó una comparsa de llamerada para venerar a la imagen.
Según el Ministerio de Cultura, con el paso de los años, esta fecha se fue consolidando con la formación de nuevas comparsas de danzas y agrupaciones musicales.
Para asegurar su ejecución y una adecuada coordinación, se conformó una comisión organizadora que incluyó alferados de distintos barrios: la Hermandad de la Octava del Niño Jesús, representantes de los conjuntos folklóricos y funcionarios de la municipalidad de Azángaro.
Hoy en día, cada uno de los miembros tiene una actividad designada, como el cuidado y arreglo del Machu Niño, la limpieza del templo, la organización de los danzantes, entre otras tareas.

Actividades de la festividad
Una semana antes de la festividad, los grupos ensayan sus coreografías en las calles. Además, al día siguiente de la Navidad se instala una feria de alasitas en la ciudad.
La celebración comienza el 30 de diciembre, cuando las calles se ven abarrotadas por los músicos, quienes son recibidos por los alferados de los distintos barrios.
El 31 de diciembre se celebra el Alba en el cerro Choquechambi, lugar donde se congregan los conjuntos musicales y conforman la Banda de Músicos Unificada de los Aswan Qhari. Una melodía muy popular en esta fiesta es el huayno Azangarino, que es considerado un himno de la provincia.
Posteriormente, las actividades continúan con un concurso de bandas de música y grupos de sikuris en el estadio de la ciudad, luego se realiza el ritual de la entrada de cirios en honor al Niño. En la noche, la fiesta del Niño se mezcla con los festejos de Año Nuevo.
EL DATO
Otra actividad muy popular en Puno es la Feria Navideña del Wawa Q’atu, donde los artesanos de Puno venden diversos productos alusivos a estas fiestas, hechos en cerámica, arcilla y otros materiales. Se realiza en la avenida Floral de Puno.

Día central
El 1 de enero, que es el día central, se realiza la misa oficial en el atrio de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción. Después, una procesión recorre las calles y visita los altares colocados por las familias y alferados. Cuando la procesión termina, se realiza un pasacalle con los conjuntos folklóricos. El 2 de enero se lleva a cabo la gran parada folklórica. El festejo continúa, pues el 3 de enero todos los participantes van al cementerio de la ciudad y visitan a los antiguos danzantes. Acto seguido, se entregan los premios a los conjuntos folklóricos y finalmente se realiza el gran kacharpari o despedida.
Toda la festividad termina el 6 de enero con la misa de Bajada de Reyes, como una forma de agradecimiento a la imagen del Niño Jesús.











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