Juan Pablo Olivares
Los niños que permanecen largas horas en las calles del centro histórico de Arequipa, mientras sus padres trabajan en la vía pública o galerías y centros comerciales, están expuestos a múltiples riesgos: desde situaciones de desigualdad y hechos delictivos hasta experiencias que no corresponden a su edad, lo que repercute negativamente en su salud física y desarrollo integral.
Esta es una de las conclusiones de la investigación “¿Qué enseña la calle?”, realizada por los profesores de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), Erick Arias, María Aquino y Laura Echevarría, junto a la docente de la Escuela de Educación de la misma universidad, Consuelo Coaquira. El estudio forma parte del Concurso de Proyectos de Investigación Interdisciplinar 2024, promovido por esta casa universitaria.
El centro histórico no es propicio para los niños
La investigación se dio a raíz de que Arequipa no solo es una ciudad reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad, sino que también forma parte de la Red Mundial de Ciudades del Aprendizaje de la Unesco, una distinción que impulsa iniciativas orientadas al desarrollo y a la inclusión educativa.
Así, en términos de infraestructura, el profesor Erick Arias señaló que la ciudad no está preparada para acoger a la niñez, porque no existen políticas públicas orientadas al cuidado de los niños después de la jornada escolar, por lo que se ven obligados a permanecer en los puestos de trabajo de sus padres o en la calle.
Además, detalló que, de toda la oferta cultural y formativa propuesta en el centro histórico, son muy pocas las propuestas planteadas para los niños y mucho menos para aquellos cuyos padres cuentan con escasos recursos económicos.
EL DATO
Esta investigación también obtuvo el primer puesto en el Congreso Nacional de Arquitectos CONARQ 2025, en el eje comunidad. La ponencia se llamaba “Te falta calle, espacio público y desigualdades sociales en el Centro Histórico de Arequipa”.
Niños expuestos
El docente de la San Pablo también explicó que la investigación se llevó a cabo con dos grupos. El primero estuvo conformado por niños de la primera infancia, de 3 a 5 años de la I.E. Nicolás de Piérola, ubicada en el complejo Nicolás de Piérola II Etapa. El segundo grupo incluyó a menores de 7 a 10 años de la institución Hogar de Cristo. Todos ellos participaron de talleres con el objetivo de mostrar, a través de expresiones verbales y gráficas, cómo perciben la ciudad.
Arias Sevillano lamentó que, aunque algunos niños perciban el casco histórico como un lugar propicio para su desarrollo, también sea un espacio riesgoso en el que están expuestos a situaciones inapropiadas para su desarrollo psíquico y mental.
En ese sentido, sostuvo que otra de las conclusiones de la investigación es que, si bien la zona patrimonial de Arequipa constituye un espacio de aprendizaje, este ocurre en un contexto de desigualdad.
Agregó que los niños son vulnerados de distintas formas y se sienten amenazados por la delincuencia. “Reconocen que el centro les ofrece oportunidades de desarrollo, pero al mismo tiempo los expone a peligros, a la pérdida de la inocencia y a experiencias e información que no corresponden a su edad”, manifestó.

Los espacios públicos no están diseñados para niños
Por su parte, William Palomino, arquitecto y especialista en conservación y restauración del patrimonio histórico, sostiene que si bien los espacios públicos (plazas, parques y áreas verdes) aportan al desarrollo de la persona adulta, además de generar valores como la libertad de expresión y sociabilidad, estos no benefician a los niños.
En esa línea, Palomino lamentó que la situación sea aún más crítica cuando se trata de educación y protección infantil. Señaló que ni las autoridades ni los profesionales –incluidos los arquitectos– han pensado ni diseñado espacios adecuados para el desarrollo y la seguridad de los infantes.
Asimismo, recordó que la creación y habilitación de áreas infantiles es una obligación establecida en el artículo 82 de la Ley Orgánica de Municipalidades. Sin embargo, esta responsabilidad queda relegada por la falta de presupuesto y, sobre todo, por la ausencia de voluntad política de las autoridades municipales.
“Los espacios públicos, que deben ser un lugar seguro para los niños, no lo son debido a la inseguridad, la delincuencia y el mal uso. Las autoridades dejaron de velar por el buen uso de los espacios públicos”, sostuvo.
Por su parte, Erick Arias señaló que es urgente y esencial que las autoridades y gestores públicos entiendan que la ciudad debe ser un lugar viable para todos sus habitantes, incluida la población infantil.
De este modo, recomendó que los centros culturales y bibliotecas ofrezcan actividades gratuitas que ayuden al desarrollo de los menores. “Considero que los arquitectos debemos construir espacios pensados en los niños y que garanticen su desarrollo”, concluyó.











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