El olivo tacneño y su lucha por sobrevivir al calentamiento global

Las altas temperaturas de 2023 provocaron la reducción de la cosecha en un 90 %

El kilo de aceituna negra es vendido por los agricultores a 11 y 12 soles en el campo. (Foto: Andina)

Liz Ferrer Rivera

Edith Vargas de Condori tiene 40 años trabajando en el campo y la última cosecha de olivo tacneño le recordó lo sucedido en los años ochenta, cuando la producción de aceituna se perdió por completo a causa de las condiciones climáticas.

“No fue igual, pero ahora el 90 % de aceituna se perdió por el calor. Sacamos muy poco”, afirma la agricultora.

Tacna es el mayor productor de olivo del país, con 35 mil hectáreas dedicadas a este cultivo. Edith Vargas, presidenta de la asociación La Costanera en el distrito La Yarada-Los Palos, en Tacna, cuenta que solía sacar de 10 a 12 toneladas de aceituna por hectárea. No obstante, en la cosecha de marzo de este año apenas logró recolectar 500 kilos por hectárea.

Tacna cuenta con olivos centenarios. Su conservación también es un atractivo para el ecoturismo. (Foto: Liz Ferrer)

La ausencia de frío

Para los productores, la causa de la drástica disminución de esta cosecha es la “ola de calor” que afrontaron en 2023. El primer regidor de La Yarada-Los palos, Guillermo Aranda Hurtado, explica que el olivo necesita del frío para que sus frutos crezcan, el clima de la costa tacneña y el agua de subsuelo son la combinación perfecta para una aceituna de calidad.

El calentamiento global provocó temperaturas extremas el año pasado. Los plantones de olivo no tuvieron la cuota de frío que requerían y pocas aceitunas lograron madurar. “El olivo es una planta europea, no es nativa del Perú. Cuando el invierno es muy corto, el olivo no florea debido a las pocas horas de frío”, detalla Aranda.

El concejal destaca que el movimiento económico de la aceituna es de 300 millones de dólares (S/ 1140 millones) al año, así que el bajón en la producción es un golpe no sólo para el agro sino también para la economía tacneña y nacional.

“Sólo en la época de cosecha, que es de cuatro a cinco meses, trabajan ocho mil personas diariamente en La Yarada. El resto del año también se generan puestos de trabajo: tenemos lavado (de la planta), la poda, el riego […]. El olivo es un cultivo que da dinero pero requiere de mucha inversión”, declaró.

Edith Vargas sostiene que los mercados locales se abastecen de aceituna que proviene de otras cosechas y es conservada por los agricultores en sal. Las expectativas para la cosecha de 2025 dan esperanza a los agricultores tacneños, pero no se confían.

EL DATO

Tacna aporta el 76 % de la producción nacional de aceituna. Le sigue Arequipa con un 20 % y el 3 % restante proviene de otras regiones.

La aceituna está floreando en el distrito La Yarada-Los Palos. Es una señal de esperanza para el agro tacneño. (Foto: Liz Ferrer)

Adaptación y propuestas

La gerenta de ProOlivo, Lyris Monasterio Muñoz, refiere que el clima ha variado positivamente este año. Se tuvieron bajas temperaturas que han favorecido a los cultivos y se estima, en un escenario positivo, que Tacna tendrá una cosecha de 170 mil toneladas el próximo año.

ProOlivo agrupa a procesadores y exportadores de aceituna del Perú. Monasterio informa que este año se logró exportar 13 mil toneladas a países como Brasil y Chile. La cifra, comparada con el año anterior, es 40 % menor; sin embargo, el precio de la aceituna se elevó, lo cual compensó en parte la caída de los volúmenes de exportación.

Monasterio considera que una de las alternativas para enfrentar los efectos del calentamiento global es la inserción de nuevas variedades de aceituna que se adapten al cambio climático. La aceituna negra es la “reina” de la región y la de mayor demanda, pero contar con nuevas variedades dará mayores posibilidades a los agricultores ante las crisis.

Por su parte, Aranda añade que aún es pronto para cantar victoria en la cosecha de este año. Las aceitunas aún están pequeñas y faltan varios meses para que obtengan un tamaño óptimo para la venta. Además, destaca que existen técnicas agrícolas para mitigar los efectos de calor, como el anillado de ramas. Pero, lamentablemente, pocos agricultores conocen de estos métodos.

La agricultora Edith Vargas tiene esperanza en la adaptación natural. Ella, conocedora del mundo del campo, está convencida de que el olivo se adaptará a los cambios de clima, como lo ha hecho en el pasado. “La planta es tan buena que solita se adapta, pero hay que cuidarla”, concluye.

Monasterio reconoce que el proceso de adaptación ocurrirá tarde o temprano, sin embargo, además del rédito económico que genera la producción de olivo, destaca que la preservación de los cultivos también es un factor importante para el cuidado del medio ambiente. “No es sólo la riqueza como fruto sino como árbol. Son 35 mil hectáreas que reducen el CO2, son los pulmones de Tacna”, finaliza.

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