Deysi Pari
Una investigación sobre los efectos inmediatos y de largo plazo del terremoto de 8.0 grados de magnitud que devastó Pisco (Ica) en 2007 –y que incluso impactó zonas de Lima– revela hallazgos económicos sorprendentes sobre la capacidad de recuperación de las familias y la dinámica particular del crecimiento en la región.
La investigación, desarrollada por el economista José Luis Flor Toro, establece que el sismo, que causó una destrucción masiva en la infraestructura, planteó inicialmente un panorama desolador. Sin embargo, una de las principales conclusiones es que la recuperación económica fue inesperadamente rápida.
El investigador explicó que dicho crecimiento fue, en cierta medida, “artificial” y “fuertemente subsidiado”, dada la naturaleza desértica de la región.
Esta investigación fue presentada durante el Congreso Anual 2025 de la Asociación Peruana de Economía, desarrollado en la Universidad Católica San Pablo (UCSP).
Al respecto, el economista y profesor principal de la UCSP, Germán Chávez Contreras, comentó que, de acuerdo al estudio, el impacto económico en el corto plazo fue muy grande pero, tras un año, la recuperación económica fue veloz. Después de 8 años, las familias lograron recuperar su infraestructura, y tras 10 años –según el censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en 2017– muchas viviendas incluso mostraron una infraestructura superior a la que tenían antes del desastre. Hecho que se atribuye a una “reacción positiva y responsable de las familias”, conscientes de la sismicidad de la zona.
El estudio destaca que el consumo de las familias no se vio afectado de gran manera, ya que mantuvieron sus niveles de gasto. Esto se atribuye a que el consumo es una variable relativamente estable dentro de la demanda agregada, y el terremoto fue percibido como un evento temporal, no como una afectación permanente en sus ingresos. En lugar de reducir su consumo, las familias redujeron su ahorro, gracias a la existencia de un “ahorro bajo el colchón”.
Por otro lado, se observó un incremento en los créditos un año después del sismo, lo que indica que las familias recurrieron al financiamiento para la reconstrucción de sus hogares.
Ica, una región que gozaba de pleno empleo antes del terremoto, se reactivó rápidamente en este aspecto. La clave de esta resiliencia radica en que gran parte del empleo regional se concentra en el sector agroindustrial, cuya infraestructura no sufrió daños significativos, permitiendo una recuperación ágil.
El estudio concluye que, pese a los esfuerzos gubernamentales por implementar un programa de reconstrucción con bonos, estos no tuvieron un impacto favorable significativo en la reconstrucción de las viviendas. La burocracia y las demoras administrativas ralentizaron el proceso. Asimismo, aunque no se menciona directamente en la investigación, la corrupción también pudo haber sido un factor que afectó la ejecución del programa.

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