Carlos Timaná Kure
Director del Centro de Gobierno de la Universidad Católica San Pablo
No había mucha expectativa sobre el último mensaje a la nación de Dina Boluarte. Como era de esperarse, la presidenta no la tuvo fácil; en primer lugar, los ánimos en el Congreso estuvieron caldeados por representantes de la oposición, lo que generó que se la viera tensa durante las más de cuatro horas que duró su discurso. Intentó destacar los logros de su gestión y resaltar lo que –según ella– habría pasado si no hubiese asumido el poder tras el intento de golpe de Estado de Pedro Castillo. Marcó distancia con los “Estados fallidos” de Cuba, Venezuela y Bolivia –el gobierno de este último protestó ante este calificativo– y enfatizó el agradecimiento que –a su juicio– debería surgir en la población ante su labor.
No hizo gala del histrionismo que, en su momento, mostró Martín Vizcarra, cuando convocó al plebiscito de 2019 para celebrar la reforma política o los proyectos de ley destinados a eliminar la inmunidad parlamentaria, tampoco marcó un hito con algún anuncio importante. A pesar de ello, se mostró confiada en que ella representa el mal menor frente a la impopularidad del Congreso y el escaso apoyo que tendría cualquier intento de vacarla, ya que –según la opinión pública– cualquier congresista sería peor que Dina.
Sin muchos contratiempos, la última mesa directiva de esta legislatura, encabezada por José Jerí, buscó llevar la fiesta en paz con la presencia de la presidenta en el hemiciclo. Así se da inicio a una gestión marcada por la polémica, debido a las investigaciones que se le adelantan pero que, al mismo tiempo, concentrará más poder que sus antecesoras, dado que el Ejecutivo ya no puede disolver el Congreso a solo un año de las elecciones generales.
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