La catarata Infiernillo, herencia de los puquinas

Esta catarata se encuentra en el distrito arequipeño de Chiguata

Texto y fotos: Heiner Aparicio Ojeda 

Para llegar a la catarata Infiernillo se cruza un hermoso paisaje formado por andenes que aún se cultivan.
El camino se inicia por un desvío en la garita, antes de llegar al pueblo de Chiguata. El acceso sólo es a pie.
En el recorrido se pueden observar las formas caprichosas de las rocas que van cerrando el pequeño cañón que te lleva hacia la catarata.
Durante el trayecto, la naturaleza combina de forma sorprendente la aridez con el verdor por la caída de agua.
El agua que proviene de los manantiales forma un sendero de difícil acceso, donde se evidencia la erosión que dejó con el paso del tiempo.
Poco antes de llegar a la catarata, el camino se hace más estrecho y el paso es sólo para una persona.
La caída del sol genera un contraste claroscuro en algunos espacios, dibujando una vista impresionante.
Una entrada de luz acompaña a la catarata Infiernillo, conocida también como La Bedoya.
Son unos 20 metros de caída. Una vieja historia cuenta que los patrones llevaban hasta este lugar a sus esclavos para castigarlos sin que nadie escuche sus lamentos.
Una enorme piedra se encuentra en medio del sendero, en la parte de arriba y adorna este increíble lugar.
Un cultivo de alfalfa pinta de verde intenso el panorama en el sector de Tulumpaya.
Al lado opuesto de la catarata se puede observar el río Socabaya, donde se forman dos lagunillas convertidas en zona turística.
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