Fútbol de polvo y raja

Cuando la pelota rueda en cualquier lugar y estos estibadores lo saben

Textos y fotos: Heiner Aparicio Ojeda

Cuando el fútbol llama, todos vuelven. Aceleran el paso del trabajo y buscan el uniforme o un espacio de espectador. El partido va a iniciar en ‘La Cachina’ de Arequipa, en una cancha de polvo.
Como lo hacía la vieja guardia, agarran yeso en puñados para empezar a dibujar el campo de juego sobre el que, normalmente, es un estacionamiento de camiones.
El entrenamiento es el trabajo. La motivación, ganar. Saborear el triunfo, como aquella fruta bendita que cargan y descargan en su labor diaria. Es momento de disfrutar del juego y los goles, para deleitarse con la victoria.
Los vestuarios son al aire libre, porque el fútbol es la simpleza de un deporte y el más democrático del mundo. Solo se necesita de un balón y voluntad para jugar.
No escogió su número, pero defenderá los colores que viste. Amarra su botín para entrar al ruedo.
En el fútbol, un segundo puede ser suficiente para anotar un gol o para lesionar a alguien. Una falta puede ser una oportunidad. Todo es relativo en el deporte rey.
Sin perder el aliento. La hinchada se deleita con el despliegue de sus equipos. Toman su camiseta y la respaldan.
Ninguna pelota la dan por perdida, por arriba o por abajo. Es su momento y ellos lo saben. Por minutos se transforman en unos cracks, después volverán a cargar los bultos en su carreta y esperarán el próximo miércoles para vestirse de corto.
Como en un cuadro enmarcado, los estibadores aparecen como soñados por un niño, salvando un gol en la línea del arco, “dejando todo” en la cancha.
Guerreros del rectángulo. La pelota es lo más preciado, no importa si todos están tras ella, solo desean ganarla para convertir un gol.
Como los mejores del mundo, protegen sus piernas con las canilleras, porque el juego se torna rudo y no faltarán las patadas.
El final. Reunidos sobre cajas de fruta y bajo una covacha de costalillos que sirve de sombra, comparten la alegría o la tristeza, el sudor, las gambetas y los errores. Siempre habrá revanchas, así como una pelota y un campo de fútbol en cualquier lugar.
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