Un museo al aire libre

Existe la idea generalizada de que los petroglifos representan, en todos los casos, manifestaciones de arte rupestre, es decir, expresiones culturales propias del hombre cazador-recolector; sin embargo no siempre es así. Este es precisamente el caso de los petroglifos de la localidad denominada Toro Muerto, ubicada en el distrito de Uraca de la provincia de Castilla, en la margen derecha del pródigo Valle de Majes, a 163 kilómetros de la ciudad de Arequipa.

La mayor parte de estos grabados —hechos sobre la superficie de grandes piedras de origen volcánico mediante el empleo de diversas técnicas—, fueron realizados por hombres pertenecientes a sociedades que evidenciaron un alto grado de desarrollo como son la aruni, la collagua y la inca. Estos dibujos también representan el desarrollo de aquella civilización tan importante y extendida en el mundo andino prehispánico a la que denominamos Wari, en un contexto de tiempo que abarca aproximadamente desde el año 600 a 1200 de nuestra era.

Una interpretación

Estas singulares representaciones nos plantean un enigma sobre su significado e intencionalidad. Por tanto, debemos ser sumamente cuidadosos en no apresurarnos a formular teorías precipitadas desde nuestra perspectiva actual, bastante apartada por cierto de lo que pudo haber sido la mentalidad de quienes realizaron los grabados.
Sin embargo es posible intentar ciertas aproximaciones en base a las investigaciones de carácter científico que se han realizado en torno al sitio arqueológico y al estudio comparativo de otras manifestaciones artísticas atribuidas a estos mismos desarrollos culturales.

La mayoría de imágenes, sin duda, se hallan dotadas de un carácter simbólico. En ellas encontramos principalmente diseños de tipo antropomórfico, zoomórfico y geométrico.
Algunos grabados parecen sugerirnos la idea de que se está ante expresiones íntimamente vinculadas a la dimensión mágico-religiosa y, aparentemente, habrían tenido un papel de suma importancia como parte de ciertos rituales propiciatorios relacionados en este caso, tomando en cuenta la ubicación del repositorio lítico en un área muy próxima del valle, con el abastecimiento de agua, la fertilidad de la tierra y los ciclos vitales en general.

A pesar del muy intenso como meritorio trabajo de estudio y preservación, además de incansable difusión, realizado fundamentalmente por el recordado arqueólogo Eloy Linares Málaga, aun quedan numerosas preguntas sin resolver respecto a este enorme registro de petroglifos, posiblemente uno de los más extensos de cuantos se conocen, tarea que corresponde a las nuevas generaciones de investigadores que tienen pendiente, con relación a Toro Muerto, una enorme e inaplazable tarea.

Depredación

Toro Muerto es uno de los espacios que ha sido más intensa y sistemáticamente depredado desde hace varios años. Hay quienes han dañado y hasta mutilado los dibujos e, incluso, algunas de las piezas pétreas que los contenían han sido apartadas de su lugar original y llevadas a otros lugares.

No faltaron tampoco quienes decidieron inmortalizar sus nombres y en algunos casos también sus apasionados amoríos sobre un registro milenario. Es tarea de todos nosotros el preservar este valioso legado de nuestros ancestros y procurar seriamente una aproximación a lo que representan estos mensajes encriptados del pasado y, desde luego, evitar cualquier acto que atente contra su integridad y el respeto a la memoria de quienes nos antecedieron.

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