La utopía de la sociedad justa propuesta por una ideología violenta y subversiva

69 personas murieron masacradas en Lucanamarca (Ayacucho) a manos de Sendero Luminoso. Foto: Andina.

Geraldine Canasas Gutiérrez

El pasado 13 de setiembre se cumplieron 24 años de la captura de Abimael Guzmán Reynoso, líder de la organización terrorista Sendero Luminoso (SL). Recordar esto trae a colación las 111 021 personas muertas y las 1 543 desaparecidas, sin contar las enormes pérdidas económicas y la desestabilidad social que produjo el paso de esta ideología por nuestro país.

Hoy el tema cobra nuevamente relevancia. Un video propalado el 23 de setiembre en varios medios de comunicación muestra a un grupo de personas —la mayoría jóvenes— realizando una marcha en homenaje a todos los senderistas ejecutados en los penales Frontón, Lurigancho y Callao, en el año 1986. El evento culminó en un mausoleo construido en el cementerio Mártires 19 de Julio del distrito de Comas (Lima), donde se encontraban los restos de algunos terroristas.

Las reacciones no se hicieron esperar; por ello se realizó una marcha similar en el mismo distrito, pero invocando a la paz y rechazando totalmente la violencia y el miedo.

SL no ha muerto

Para el director del Centro de Pensamiento Social Católico de la Universidad Católica San Pablo, Manuel Ugarte Cornejo, este acontecimiento deja algo claro: “La ideología de Sendero Luminoso no ha muerto, sino que en perfil bajo, viene reclutando a jóvenes ingenuos por medio de un comunismo reciclado”.

“La sociedad y en especial los jóvenes son víctimas de un vacío que tiene su origen en la polarización de políticas ideológicas que vive nuestro país desde los años ochenta; a pesar del trabajo realizado por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), falta mucho analizar los sucesos vividos en este periodo”, acotó.

Respecto a este documento, Ugarte precisó que gran parte del mismo “no explica que la ideología marxista-comunista busca la transformación del orden político, social y económico a través de la imposición de la dictadura del proletariado y para llegar al poder propone la lucha armada, es decir la violencia”.

“Claramente se puede ver que esta semilla de coacción se encuentra presente desde siempre, aunque sus principales actores se nieguen a reconocerlo”, denunció.

Jóvenes expuestos

Sobre la atracción que genera esta doctrina en algunos jóvenes —a pesar de que los actos terroristas han sido plenamente documentados—, Ugarte señaló que “no resulta extraño que una ideología radical y utópica cautive a los jóvenes, esto se debe a que la sociedad ha renunciado a incluir en la vida cotidiana la dimensión de trascendencia, aquello que va más allá de lo material; lo que le da sentido, dignidad y orden a la vida se ha sacado del aspecto social, público y familiar, y ante el vacío se han inventado fórmulas consumistas que no llenan ni colman las expectativas. Lo trascendente ha sido reducido a lo material o tecnológico, por eso son tan susceptibles los jóvenes”.

En ese sentido, instó tanto a las autoridades como a las familias a tomar un papel protagónico frente a esta situación. “La mayoría piensa que este pensamiento se gesta en sectores pobres o desiguales, pero lo cierto es que el marxismo ha cambiado la estrategia y se ha convertido en un producto cultural; la sociedad está fuertemente influenciada por la cultura, por lo tanto si se toma la cultura se toma a la ciudad. Si aparentemente hay un descuido de parte del Estado, no puede suceder lo mismo en las familias”, concluyó.

“A la izquierda le cuesta denunciar” 

Algunos políticos de izquierda, como el congresista Edilberto Cuyo (Frente Amplio,) no se han mostrado ni alarmados ni preocupados por la marcha de homenaje a los senderistas, por considerarlo poco trascendente.

Al respecto Ugarte Mostajo opinó que “a la izquierda le cuesta mucho rechazar este tipo de sucesos y le cuesta también denunciar actos de violación de derechos humanos en nuestro país o en países como Cuba, Venezuela o Colombia, y esto se debe a que aún no superan los matices ideológicos marxistas”.

“Parte de la izquierda sigue manteniendo un matiz autoritario y violentista. El marxismo-comunismo lleva un error antropológico grave: desvirtúa el valor de la persona frente al sistema, la instrumentaliza. Por otro lado, la idea peligrosa de que a través de un estado de un régimen totalitarista y materialista se puede construir un paraíso en la tierra sin clases sociales es una utopía”, finalizó.

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