Zegarra no emboca una

Renato Sumaria Del Campo
Director del quincenario Encuentro

Hay un pésimo cálculo en las intenciones electorales del alcalde provincial. Pareciera que la autoridad —ganadora en todas las elecciones a las que se presentó— está perdiendo el toque, la fineza y el olfato políticos. A veces choca contra la pared de su propia improvisación administrativa, y otras es el poder ciudadano el que le jala las orejas. Sea lo que sea, desde hace meses Alfredo Zegarra ‘no emboca una’.

Todo empezó con el Programa Municipal de Vivienda (Promuvi). Una oferta que pretendía construir casas para personas de escasos recursos. Una buena idea muy mal implementada. Zegarra lanzó el programa sin tener asegurados los terrenos donde desarrollaría el proyecto y de los 40 000 inscritos hoy solo quedan 5 000, que deberán esperar que algún municipio distrital habilite zonas urbanas para los predios.

A este proyecto le siguió el intento de hacer respetar el pasaje universitario. El burgomaestre logró aprobar en sesión del Concejo Municipal una norma que obligaba a cobrar la mitad del pasaje urbano a los estudiantes de universidades e institutos, pero los transportistas respondieron desde el libre mercado: subieron el pasaje a dos soles y empezaron a cobrarles la mitad a los universitarios, echando por tierra cualquier intento de Zegarra de seguir con la pelea.

Cabe destacar que ni el Promuvi ni la campaña por el pasaje universitario figuraron entre sus promesas políticas de campaña. Desde el sector de infraestructura, el lanzamiento de su paquete de obras viales no parece avanzar como él quisiera. El intercambio vial de la avenida Dolores con la avenida Los Incas es lo único que hoy tiene forma de obra ejecutada. El resto es ilusión: el intercambio Avelino Cáceres con el Parque del Bombero, el intercambio de Progreso con Sepúlveda, y el tan mencionado viaducto Salaverry que le ha granjeado problemas con los vecinos de Vallecito.

Este último entredicho puede significar un Waterloo si la autoridad no sabe reordenar sus intenciones. Véalo así: ¿no es acaso un suicidio político que un alcalde, cuya agrupación tiene como símbolo un arbolito, termine siendo responsable por la tala de más de 200 árboles en una de las pocas áreas urbanas ‘verdes’ de la ciudad?

Más allá de eso, es por demás irresponsable comenzar a realizar vías alternas cuando la obra ni siquiera está licitada, no cuenta con el Estudio de Impacto Ambiental aprobado y tiene serios cuestionamientos por parte del Colegio de Ingenieros.

Parece que Zegarra no aprende de sus errores; porque si algo provocó la mala imagen en su primer mandato fue la fatal decisión de cerrar las vías alternas al intercambio vial de El Palomar y Alcides Carrión nueve meses antes de iniciar los trabajos, con la intención de ‘dar la sensación’ de que se estaba haciendo obras. Hoy, puede costarle muy caro el intento de deforestar Vallecito, desde la urgencia de ‘hacer ver’ que el viaducto de Salaverry ‘es una realidad’, cuando no lo es.

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