Sobre perros y palomas

Renato Sumaria Del Campo

El Municipio de Mariano Melgar ha emitido una ordenanza sobre tenencia de canes. Entre otras cosas, la norma restringe la cantidad de perros que se pueden tener en casa: tres como máximo. También prohíbe alimentar a las jaurías o a los animales callejeros. Casi en paralelo la Municipalidad Provincial de Arequipa aprobó una ordenanza para erradicar a las palomas de la Plaza de Armas y estableció multas para quien les dé de comer. El objetivo es reducir la población de estas aves.

Más allá de los buenos sentimientos que nos provocan los animalitos y lo mal que nos puedan caer los políticos, ambas medidas parecen tener sentido por varios motivos. En el caso de Mariano Melgar el más importante es el referido al problema de tenencia de canes en pueblos jóvenes con el fin de que cuiden lotes. La gente puede tener hasta ocho y no les da la atención debida. No los vacuna, no los alimenta bien, no los asea, los cría agresivos, etc.

Otro factor es que este distrito es uno de los que más casos de rabia canina ha registrado el 2015 y en donde hay mayor cantidad de personas mordidas por perros infectados. Por último, las campañas de vacunación han sido muchas y los asistentes pocos, las jaurías son incontrolables y las personas terminan expuestas a un peligro. Es obvio que en otros distritos la realidad es distinta y tal vez una ordenanza así no se justifique. Pero aquí el alcalde parece tener la razón.

En el caso de las palomas, está más que claro que su presencia en bandadas genera una acumulación de excremento difícil de manejar en el caso de los monumentos históricos, y peligrosa cuando se pone en contacto con el ser humano. La aplicación de ambas normas no será sencilla. Ya en Mariano Melgar un grupo de animalistas realizó un plantón frente al Municipio y solicitó reunirse con el alcalde buscando que al menos se revise en lo concerniente a la tenencia y la prohibición de alimentar a canes de la calle.

En el caso de las palomas, el problema parece ser de lenguaje. La palabra “erradicación” les suena fea a los grupos de defensa de los animales, que han puesto el grito en el cielo solo de imaginarse la plaza de armas sin estas coquetas avecitas.

En realidad no tiene nada de malo proteger a los animales. Mucho menos buscar que actuemos con responsabilidad tanto en su cuidado como en su protección. El problema surge cuando las reacciones pretenden frenar medidas sencillas pero que buscan garantizar derechos tan básicos como la salud o la integridad de los seres humanos.

Por ello, salvando de la crítica a quienes con sentido común enarbolan las banderas de la defensa de los animales, diremos que en muchos casos el sentir ciudadano respecto a perros y palomas dista mucho de entender la correcta relación entre el hombre y los animales, y decanta por un sentimentalismo sin mucho fundamento que prefiere llenarse de perros y palomas antes que de responsabilidades frente al bien común de los seres humanos. Así es complicado avanzar.

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