Sin aire

Carlos Timaná Kure
Analista Político

En la semana, Patricia Donayre dejó la bancada de Fuerza Popular en el Congreso. Según sus declaraciones, “no había democracia interna y quería recuperar su independencia”. De esta forma, como reseñó Perú21 (29/06/17), la excongresista naranja siguió los pasos políticos de su padre, Jorge Donayre, quien había sido diputado durante la década del 90 y había pasado por cuatro partidos hasta su renuncia.

Patricia llegó al Congreso por primera vez en las elecciones del año 2000, por el Frente Independiente Moralizador (FIM) de Fernando Olivera. En el 2002 se lanzó, por el partido Perú Posible de Alejandro Toledo, a la Presidencia Regional de Loreto, pero no ganó.

En el 2006 volvió a intentar ser congresista, esta vez por Lima, integrando la Alianza Electoral Frente de Centro (Acción Popular, Coordinadora Nacional de Independientes y Somos Perú), y logró su objetivo. En el 2011 volvió a Loreto y postuló nuevamente al Congreso por la lista de la Alianza por el Gran Cambio, pero tampoco alcanzó una curul. En las últimas elecciones, integrando la lista de Fuerza Popular, alcanza su objetivo y logra ser elegida congresista.

El análisis del caso es interesante por varios motivos. El primero de ellos es la finalidad de su carrera política: pasar por tantas banderas en sus 18 años de vida política muestra que es una veleta ideológica.

Lo anterior deja en evidencia la falta de claridad en sus principios y en sus fines, de allí la diferencia que establecía Max Weber entre el político que vive para la política y el político que vive de la política, la diferencia que radica entre la búsqueda del bien común y la persecución del interés personal.

También se puede observar que el amor por Loreto no llega a ser absoluto, ya que al dejar a la región que le dio la espalda dos veces en términos electorales, no se hizo mucho problema en darse una oportunidad en la capital, que al ser aún más esquiva la hace preferir el retorno al terruño y la espera de otros vientos.

Con su renuncia, Patricia Donayre demostró que es solo fiel a sí misma. La traición a Keiko Fujimori —responsable de otorgarle el aval de Fuerza Popular y sin el cual no hubiese podido volver a pisar el hemiciclo— se evidenció no solo en las múltiples críticas a su mentora en los medios, sino al convertirse en la principal promotora de la candidatura alterna a la Presidencia del Congreso de Kenji Fujimori, quien con esta y otras acciones más demuestra estar en una pugna interna contra su hermana por la conducción del partido naranja.

Keiko Fujimori no se salva, sin embargo, de la responsabilidad de esta renuncia. Ella es la principal responsable de brindarle el aval a Donayre para que postulara con su partido, a pesar de su trayectoria. Con ello demostró que si bien fue hábil en trazar una estrategia para tener una mayor gobernabilidad en el Congreso por medio de la realización de alianzas políticas con advenedizos, le falló el cálculo al pensar que obtendría de ellos fidelidad política.

Como todos los errores en política se pagan caro, ahora tiene al interior de Fuerza Popular una bomba difícil de desactivar y con un Gobierno que buscará que detone rápida y fuertemente; y de no hilar fino, podría quedar sin aire, más aún si el del gatillo resulta ser su propio hermano.

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