Ríos, quebradas, ¿tienen memoria?

Fernando Mendoza
Abogado
Docente UCSP

“Ricas montañas, hermosas tierras, risueñas playas es mi Perú. Fértiles tierras, cumbres nevadas, ríos, quebradas, es mi Perú.”

Así versa el coro de un valsecito añejo “Mi Perú” de Manuel Raygada Ballesteros. La misma sabiduría popular perennizada en la música popular da cuenta de la realidad de nuestra geografía, que es negada por la realidad tanto de ciudadanos y autoridades.

Los meses de verano, son propios de la temporada de lluvias en la sierra peruana. Esta lluvia carga los ríos que desembocan en el mar, no sin antes pasar por los innumerables valles interandinos, pero no solo ríos, sino también las quebradas, torrenteras y lloccas, los mismos que cobran memoria o como dicen ahora “se activan”.

Ante la desgracia ocurrida por el colapso de ríos y quebradas, la primera reacción luego del lamento es ¿por qué la gente se ubica en los lugares de riesgo anunciado?, ¿por qué construyen sus casas en esos lugares?, la respuesta parece simple: es culpa de los mismos pobladores.

Frases conocidas como “el agua conoce su cauce”, son recurrentes pero olvidadas al momento de construir viviendas. Las consecuencias se repiten todos los años y lamentamos los daños personales y materiales. No sé por qué tanto aspaviento, esas consecuencias no son más que el resultado de la acción y omisión de todos.

Ante la desgracia ocurrida por el colapso de ríos y quebradas, la primera reacción luego del lamento es ¿por qué la gente se ubica en los lugares de riesgo anunciado?, ¿por qué construyen sus casas en esos lugares?, la respuesta parece simple: es culpa de los mismos pobladores.

El Estado la —mayoría de las veces— consolida y avala las ocupaciones en zonas de riesgo, dando servicios básicos, incluso otorga títulos de propiedad y luego, tenemos lluvia más desbordes, más huaycos, igual a muerte y desagracia.

¿Por qué construyen casas en lugares peligrosos? Si nos percatamos, estas zonas quedan cerca de las ciudades pero donde antes no se construía, incluso en épocas coloniales y precolombinas. Algunas de las razones pueden ser: necesidad de vivienda, cercanía para contar con servicios básicos tales como agua, luz, desagüe, salud, educación, transporte, etc.

Entonces ante la necesidad de vivienda, las personas ocupan lugares inapropiados, pero allí aparece el Estado, que debería primero impedir tales ocupaciones o desalojar las ocurridas, lo que evitaría las desgracias que hoy lamentamos. El Estado la —mayoría de las veces— consolida y avala las ocupaciones en zonas de riesgo, dando servicios básicos, incluso otorga títulos de propiedad y luego, tenemos lluvia más desbordes, más huaycos, igual a muerte y desagracia.

Lo que corresponde en este caso —a las municipalidades provinciales y también a los gobiernos regionales— es planificar el crecimiento de las ciudades, función que durante años ha sido abandonada. 

No basta con aprobar planes de desarrollo y señalar hacía dónde crecerán las ciudades (como Arequipa), se debe proveer de manera directa infraestructura para carreteras modernas, llegar a los lugares señalados, conectar a las principales ciudades, dotar de servicios de luz, agua, desagüe, plantas de tratamiento de aguas residuales y de residuos sólidos, colegios, hospitales, etc. 

Las ciudades crecen y para eso está el Estado, para ordenar ese crecimiento pero teniendo en cuenta que “ríos, quebradas, es mi Perú”.

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